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sábado, 10 de diciembre de 2011

Le llaman Luisito

Antes de que os pongáis a leer esta entrada, es de obligado cumplimiento hacerlo escuchando esta canción:


Eso está mejor. Comenzamos...

Como la mayoría de los que leéis este blog ya sabréis, hace un par de días me líe la manta a la cabeza y, aprovechando que Oscar estaba por aquí, nos decidimos a pasar dos días en un campamento surfero.

La tarde del miércoles, cuando el bus venía a recogernos (el campamento está en una playa del norte, a más de tres horas de la ciudad), estaba lloviendo en Sydney (algo, por otra parte, de lo más habitual del mundo por estos lares) Total, que la cosa no pintaba demasiado bien, ya nos veíamos surfeando bajo la lluvia y pasando un frío del carajo.

La furgoneta llegó (sí, no era un bus como habíamos pensando, pero como éramos 6 en total tampoco pasaba nada) El instructor que se iba a hacer cargo de nosotros era el que conducía, un tío bastante majo con esa filosofía surfista a lo relax, no me agobies y ese rollo. Junto con los dos de Calahorra venían un par de noruegos, un inglés y un irlandés. Total, que a las 7.30 de la tarde dejamos atrás Sydney y su eterna lluvia.

Y antes de que hubieran pasado diez minutos los noruegos echaron mano del maletero y sacaron una cerveza para cada uno. "Cheers!" por el viaje, todos a brindar, y ¡hala!, ya nos habíamos metido la primera cerveza, sin siquiera cruzar el puente de Sydney. Poco después parada técnica en una licorería y a comprar más combustible para el camino. Al final, con la tontería, nos metimos 7 cervezas al cuerpo sin sentido ninguno, porque llegamos al campamento cerca de la 1 de la madrugada y fuimos directos a la cama, ya que al día siguiente tocaba madrugar a las 7.30. De verdad que la obsesión de estos europeos por beber cerveza a la mínima oportunidad no termino de entenderla, pero bueno, ya estábamos metidos de lleno en el espíritu surfero, así que los de Calahorra no íbamos a ser menos.

Por cierto, cuando llegamos al campamento seguía lloviendo, no había parado en las 5 horitas que nos tiramos de camino. Sí, ya sé que os he contado que estaba a unas tres horas, pero conducir de noche, lloviendo y haciendo paradas técnicas para comprar comida, bebida y mear, pues como que es imposible cumplir con el horario establecido.

Así que al día siguiente nos levantamos a la citada hora y... seguía lloviendo. Mal empezábamos, pero ya que estábamos allí no nos quedaba otra que dejarnos el pellejo en la playa, hiciera el tiempo que hiciese.

Tras un buen desayuno seleccionamos los trajes de neopreno y las tablas que íbamos a utilizar en nuestra primera incursión contra las olas. La lluvia comenzaba a ceder, y parecía que íbamos a disponer de una pequeña tregua al fin y al cabo. Volvimos a montarnos en la furgo y nos fuimos a una playa que estaba a una media hora de donde nos encontrábamos (había dos playas a escasos metros del campamento, pero las dejamos para el día siguiente)

Para cuando llegamos al emplazamiento, la lluvia se había detenido, y el sol asomaba entre las nubes grises que se iban difuminando en el cielo. Al final íbamos a disfrutar de un día de playa como es debido.

Lo primero que hicimos fue calzarnos el traje de neopreno, y con una pinta de profesionales del surf digna de foto de revista, agarramos las tablas y las llevamos a la playa. Aquí debo hacer una pequeña descripción de la tabla, porque hay varios tipos, y para los principiantes la ideal es la más grande todas, que viene a ser unos dos metros y medio más o menos. Bueno, pues el primer sufrimiento del día fue arrastrar las tablas, que aunque no pesaban demasiado, eran incómodas de llevar (y no te digo nada a la vuelta, tras cuatro horas destrozándonos el cuerpo en el mar)

Total, que ya estábamos en la playa, con el neopreno y las tablas, dispuestos a afrontar un largo día de surf. El sol ya brillaba en lo alto y calentaba con fuerza, las olas rompían contra la playa de forma constante, y nosotros, ilusos, estábamos impacientes por comenzar de una vez.

Pero lo primero era lo primero, un poco de teoría elemental, tan solo unos pasos básicos para que no te vieras vendido cuando te aventurases en el mar. No voy a relatar aquí en que consisten esos pasos, pero apenas son tres y son lo más sencillo del mundo... cuando los estás practicando sobre la superficie estable de la arena, en el agua es otra historia...

Calculo que a estas alturas la cancioncilla de marras estará a punto de terminar, por lo que para la siguiente parte de la historia, en la que ya me meto de lleno a detallar la experiencia de surcar las olas, os dejo este enlace para continuar con la banda sonora:


Bien, continuemos...

Total, que con la teoría en nuestras cabezas, nos lanzamos de lleno a la aventura.
Cuando ves a un surfista lanzarse al agua y empezar a bracear para alejarse un poco de la orilla y llegar a una posición desde la cual poder pillar buenas olas, la cosa parece sencilla. Pues bien, no lo es.



Imagínate arrastrando la tabla (recordemos, casi dos metros y medio) como medianamente puedes, agarrada por un extremo a tu tobillo, mientras las olas te van machacando una tras otra sin tregua. Las primeras son fáciles de salvar, porque el agua aún no te llega a las rodillas y con un simple salto o la propia fuerza de tu cuerpo las capeas sin problemas. El tema viene cuando el agua te llega ya por la cintura, es entonces cuando las olas comienzan a envestir de verdad, sin contemplaciones. Tú intentas dar saltitos para salvarlas, pero la cosa no es tan fácil, porque la mayoría de ellas te sobrepasan de largo, así que no puedes hacer otra cosa que encomendarte a los santos, agarrar bien la tabla y cerrar la boca para no tragar agua como un buzón de correos. Al principio no era tan malo, porque aún me veía con fuerzas para aguantar el tirón, pero a medida que el tiempo pasaba, y que el mar me iba machacando pero bien (de verdad que en muchas ocasiones era como si me estuvieran dando tortazos en la cara), la resistencia empezaba a flaquear, y muchas veces veía una ola que se me echaba encima y lo único que podía soltar era un buen mecagüen... antes de empezar a dar vueltas como una centrifugadora. Y eso cuando la fuerza del envite no se me llevaba la tabla a tomar por culo y me veía arrastrado detrás de ella (recordemos que estás sujeto por el tobillo) Pero si el primer día fue patético, el segundo ya entra en los anales del ridículo, porque fuimos a la playa cercana al campamento, y en esta las olas sí que eran cañeras; si a eso le sumas la reventada que llevábamos encima del día anterior, pues apaga y vámonos. En este segundo día fue prácticamente imposible alcanzar el punto clave. Recuerdo que estábamos Oscar y yo viendo al inglés intentando llegar y nos partíamos la caja, porque el pobre hombre llevaba diez minutos intentando avanzar y no se había movido del sitio. Claro que a mí tampoco me fue mucho mejor, porque no hice más que tragar agua, recibir hostias y dar vueltas sobre mí mismo (y lo más triste es que estás a punto de ahogarte en un sitio que no te cubre ni las rodillas) Este segundo día me retiré cuando un par de olas me machacaron vivo, arrastrándome literalmente a la orilla, donde me quedé derrotado unos minutos en los que tomé consciencia de que el surf no es lo mío (al menos en este primer enfrentamiento)

Pero no todo fue un fracaso, porque aún logré llegar al punto necesario para empezar a surfear unas cuantas veces, y aquí es donde empieza lo bueno. Una vez has llegado te tumbas en la tabla y esperas a que venga una buena ola, para empezar a bracear en su misma dirección y, cuando estás sobre ella, realizar los pasos pertinentes para colocarte sobre la tabla y empezar a surfear. Pues bueno, solo lo conseguí un par de veces, el resto fue una sucesión de caídas lamentables dignas de videos de primera.  Recuerdo una vez que estaba sobre la ola y empecé a hacer los pasos, pero me hice la picha un lío y acabé apoyando el pie derecho directamente en el mar, con lo cual, zambullida en la ola y a hacer la centrifugadora. En otra ocasión estaba en la misma situación, con una pedazo de ola que me estaba llevando a toda leche hacia la orilla, y cuando me iba a poner de pie, va la tabla y empieza a irse en picado hacia el fondo de la ola; resultado, la tabla se quedó vertical, la ola le metió una buena leche hacia adelante y yo me vi arrastrado por la tabla a la vez que seguía haciendo la centrifugadora.

El resultado final fue lograr ponerme un par de veces de pie sobre la tabla (un segundo como mucho cada una de ellas) y acabar con todos los músculos del cuerpo completamente destrozados; vamos, que al día siguiente no podía mover ni el pelo de la ceja. Recuerdo el segundo día, que para intentar llegar al punto clave había que nadar sobre la tabla, y yo ya no tenía fuerzas en los brazos para ello, con lo que nadaba al estilo perro, con el resultado de que una ola me mandó a tomar por culo. Lo mismo me pasó una vez que había logrado pillar una ola, pero que no tuve fuerzas para ponerme de pie, con el mismo resultado.

A Oscar le fue bastante mejor, y aunque también andaba un poco tocado, logró cabalgar varias olas durante varios segundos.

La verdad es que sales machacado, sobre todo cuando no tienes ni idea, pero te echas unas buenas risas y es muy divertido (al menos la dos primeras horas, luego tan solo desearías que un tiburón acabara con tu sufrimiento)

Se puede decir que esta primera batalla la han ganado las olas, pero la guerra aún no ha terminado, si tengo oportunidad alquilaré un equipo en una playa de Sydney y volveré a intentarlo, ya os contaré que tal la segunda vez....

Por cierto, os dejo el enlace del sitio donde estuvimos, por si queréis echarle un vistazo:

http://www.wavessurfschool.com.au/

8 comentarios:

  1. Aupa Sito!! No te rindas que solo es el comienzo y tienes que aprender para luego enseñarnos!!
    Nada hombre tu dale duro que aquí también tenemos buenas olas y lo mejor de todo...no hay tiburones blancos que te metan jaliscos.

    http://www.surfingeuskadi.com/

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  2. Llevas razón Luisito,nunca tanta leche junta me habia hecho reir a mi tanto.Pero mooola mucho.Viva el Surf y las volteretas!!!jejejejje
    Por cierto, ¿por qué no contenplasteis la opción piscina? ; )

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  3. Bueno sito, ya has echo una de las cosas que poca gente puede contar, surf en Australia, o por lo menos lo has intentado je je. El surf es muy duro y hay que estar muy en forma para aguanter el tipo, un poco de gym y el como te dice el V.P. el cantábrico te espera para continuar.

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  4. Saludos:
    Sito por favor,pero ke te creias mick vucanan.
    En todo caso serias el vucanan de la ultima temporada ke estaba muy follao.
    Un saludo

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  5. Estoy de acuerdo con el Bully, hay que estar muy bien fisicamente para aguantar el tipo, imaginate a los abuelos que ya nos cansamos con solo subir las escaleras de casa, jejeje.
    Tu sigue disfrutando con estas maravillosas experiencias
    Regards

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  6. Luisi pues yo me voy el jueves con Fran a Guardamar, que te crees que eres el unico riojano que estas en la playa en estas fechas, fantasmilla, que eres un fantasmilla tu tambien.

    P.D.
    Si por un casual te empalmas ( con tus 22 ) haciendo surf,no te pongas nervioso, tumbate en la tabla boca arriba para hacer el efecto velero, asi estaras mas comodo y te da mas equilibrio aprovechando la fuerza del aire mientras no se rompa el bañador.


    Solo eso.

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  7. A ver chin chin, si te vas a Guardamar con Franky, vas a pisar la playa lo que yo te diga, si te mojas algo será en cerveza piraton. Anda cuídate la "ampollita esa de pie" jua jua...

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  8. Joder Sito me has dejado flipao con lo del surf,con mis limitaciones fisicas yo creo que hubiera aguantado 2 minutos el primer dia y el segundo los hubiera mandado a al mierda.
    De todas formas tiene que estar de puta madre poder surfear en esos parajes paradisiacos al lado de algunas negritas,por que aunque no lo contaste seguro que habia unas cuantas con esos tangillas brasileños....DIOS MIOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
    Me voy al baño,Adiosssssssssssssss.

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