Ya han pasado unos días desde Navidad, y mientras voy recopilando las fotos para hacer la entrada de Nueva Zelanda, el año llega a su fin y la Nochevieja ya es mañana...
Mientras tanto, y como última entrada del año, os voy a contar un poco como han ido estos días de vacaciones en Sydney.
Lo más importante es que -parece- que el verano por fin está aquí, y aunque por las noches refresca un pelín, al menos ha dejado de llover, y durante el día el sol pega con fuerza, así que aún voy a volver moreno y todo, algo impensable hacía tan solo unos días, en que la lluvia no nos daba ni el más leve respiro.
Casi no parecen navidades por aquí, porque, aunque te encuentras a gente andando por la calle con gorros de Papa Noel (literalmente) y las tiendas están decoradas con los típicos árboles y demás parafernalia, lo cierto es que estando en manga corta, y sobre todo en la playa, parece cualquier cosa menos Navidad.
Pero es Navidad, y lo he celebrado como mejor he podido. En Nochebuena por aquí no se hace nada, ni siquiera se celebra, así que la pasé solito en casa (mi compañero curraba, y el amigo de este, que ha venido a visitarle, se había quedado unos días más en New Zealand y volvía al día siguiente) Así que tocó quedarme solo, cocinando una super cena navideña (filetes de pescado congelados con una extraña salsa de cebolla, mostaza y salsa de soja), que al final no estaba tan mal (ya os pasaré la receta a quien le interese) y hablando por el skype con mi madre y mi hermana. Puede parecer un poco deprimente, pero como aquí era una noche normal, pues lo asumí como si fuera un australiano más y se acabó.
Al día siguiente, Navidad, me sorprendió no encontrar ningún regalo en el enorme calcetín que dejé colgado en la puerta. Durante un rato por la mañana estuve esperando la visita del cartero, que puede que trajera los regalos enviados desde España, pero nada de nada... Confío en que todo lo que me habéis mandado llegue para Reyes.
El día de Navidad amaneció pleno de sol. Hacía bastante calor y a la calle tuve que salir con manga corta (y desde ese día hasta ahora el tiempo se ha mantenido así, cruzo los dedos para Nochevieja) Por suerte tenía plan para la comida navideña; un matrimonio español que vive aquí en Sydney (ella es de Calahorra, aunque llevan en Australia la tira de años) y con los que ya había pasado un fin de semana, me invitaron a celebrar la Navidad con ellos y su familia. Así que, ante la perspectiva de comer un buen cabrito asado o quedarme en casa y darle matarile al resto del pescado congelado, no tenía ningún sentido ni planteármelo siquiera (además, la pareja española y su familia son un encanto) Cogí un tren que me llevó hasta Sutherland (a unos 40 minutos al sur de la ciudad), donde vive la hija del matrimonio (la otra hija está viviendo en Calahorra) y el marido y la hija de esta.
La casa era una pequeña mansión situada en una zona residencial, al estilo de la de "Mujeres Desesperadas", con su lago salado y su parque con zona para barbacoa (de la que los australianos son fanáticos) Allí ya me recibieron con un buen platito de jamón, queso y un vino australiano que nada tenía que ver con el que bebemos nosotros antes de salir.
La comida fue una maravilla, y más para alguien que, como yo, llevaba un montón de tiempo sin darse un homenaje semejante. Había cabrito asado, gambas, salmón, calamares, chorizo... Todo ello regado con vino, cerveza y un champán italiano que entraba solo. Además, y dado que el marido de la anfitriona era de ascendencia griega y su madre (nacida en Grecia) estaba presente, degustamos algunos platos de comida griega que, aunque raros, también estaban de muerte. Total, que tras ponerme un plato bien lleno (nos servíamos al estilo buffet), me quedé que casi no podía ni moverme. Pues nada, casi sin tener tiempo para asentar lo comido, la mesa volvió a llenarse, esta vez con postres de todo tipo, australianos, griegos y españoles. Y claro, como tampoco era cuestión de hacerles un feo, pues nada, vuelta otra vez a ponerme como el quico.
Aparte de la comida disfruté mucho con la compañía. Había una mezcla de todo: españoles, griegos y australianos. Entre ellos hablaban en inglés, claro, y aunque no metí mucha baza (era el invitado y además mi inglés no me permite extenderme demasiado), sí que les entendí casi todo (me perdía en las típicas conversaciones en las que todo el mundo hablaba a la vez, pero en esos puntos apuraba un poco más mi copita de vino y tan feliz) Los niños pasaron casi todo el tiempo bañándose en la piscina, así que no resultaron una molestia para la mesa de los adultos (aparte de que todos ellos eran muy majos y no daban guerra, que tampoco eran tan críos...) Luego, tras los cafés y alguna copa, la hija de los anfitriones nos condujo a todos al salón, donde tenía preparado un video familiar.
En este punto debo reconocer que se me pusieron los pelos como escarpias ante la perspectiva de visionar uno de esos videos domésticos infumables que a todos nos ha tocado alguna vez (sobre todo los de las bodas, que todos tememos sobremanera cuando vamos a visitar a los recién casados; y a veces no tan recién casados, que hay quien se empeña en tirar del video de la boda como si fuera una obra maestra del séptimo arte...) Pues bien, no fue para nada como pensaba, resultó que la hija era una artista, y había preparado un video super entretenido que resumía el año 2011 de toda la familia a través de fotos y videos. La verdad es que fue interesante observar todos los acontecimientos importantes de una típica familia australiana.
En resumen, que la comida de Navidad fue muy bien, me puse hasta el ojo de comer, y la familia me trató como uno más, así que salí muy contento de la experiencia. Tras eso volví a coger el tren con destino a Sydney. En casa estaban los dos españoles esperándome (mi compañero y su amigo, que ya había vuelto de New Zealand), porque habíamos quedado con unos franceses para cenar y salir un rato por la noche. Sin embargo el plan se tuvo que posponer hasta el día siguiente, ya que Sydney, la noche de Navidad, era como una ciudad fantasma. En serio, fuimos a dar una vuelta por la noche para cenar algo y no había nadie por la calle, ni siquiera pasaban coches. Me recordó a mi primer mes en el barrio de la abuela.
Acabamos metiéndonos un super bocata navideño de un Subway que tenemos al lado de casa y jugando unas partidas de Risk en el Ipad. Pero no me voy a quejar por ello, porque a pesar de eso nos echamos unas risas, y tras la comida que me había metido al cuerpo tampoco estaba yo para hacer excesos.
El resto de las navidades (hasta ahora) han sido más o menos tranquilas. El día 26 (Boxing Day aquí en Sydney, día festivo) tuvimos fiesta con los franceses, pero tras ser derrotados por los tres mosqueteros españoles en uno de esos juegos que me invento, se retiraron a sus casas antes de salir y fuimos los españoles (como siempre) quienes acabaron de fiesta hasta las tantas. Los demás días de relax, guardando fuerzas para la Nochevieja, que ya la tenemos encima.
Ahora, mientras escribo esto, acabo de volver de una mañana de playa (iba a pillar una tabla de surf, pero las olas eran demasiado intensas y no es cuestión de partirme la espalda), y esta tarde iré a dar una vuelta por la ciudad con el amigo de mi compañero, mientras este se va a trabajar.
Cuando me haya recuperado de la Nochevieja ya os contaré que tal ha ido. Espero que bien, porque los sitios que tenemos reservados (aunque nos han costado una pasta) son perfectos para vivir la última noche del año en Sydney desde un lugar privilegiado.
Espero que todo el mundo tenga una gran Nochevieja.
¡La siguiente entrada en el 2012!
Visitas
jueves, 29 de diciembre de 2011
miércoles, 28 de diciembre de 2011
Un pequeño lavado de cara
Hacía tiempo que llevaba dándole vueltas a la idea de cambiar ligeramente el diseño del blog. Lo cierto es que el fondo verde me empezaba a cansar un poco, y es por eso que he decidido modificarlo para hacerlo un pelín más atractivo.
Mis dotes informáticas son bastante escasas, así que me he limitado a cambiar algunas opciones que vienen en el editor hasta dar con un aspecto visual que me gustara un poco más.
Bueno, no creo que vaya a realizar más cambios. Si alguien ve algún error o cree que el nuevo formato es más incómodo de leer, que lo ponga en los comentarios... o que lo escriba directamente en un rollo de papel higiénico, por que para el caso que le voy a hacer, ja, ja, ja.
No, en serio, si hay algo que creáis que sería bueno cambiar decídmelo e intentaré mejorarlo.
Pronto una nueva entrada...
Mis dotes informáticas son bastante escasas, así que me he limitado a cambiar algunas opciones que vienen en el editor hasta dar con un aspecto visual que me gustara un poco más.
Bueno, no creo que vaya a realizar más cambios. Si alguien ve algún error o cree que el nuevo formato es más incómodo de leer, que lo ponga en los comentarios... o que lo escriba directamente en un rollo de papel higiénico, por que para el caso que le voy a hacer, ja, ja, ja.
No, en serio, si hay algo que creáis que sería bueno cambiar decídmelo e intentaré mejorarlo.
Pronto una nueva entrada...
jueves, 22 de diciembre de 2011
Merry Christmas!
Siento que haya pasado tanto tiempo desde la última entrada, pero con el viaje a New Zealand y la mudanza (sí, me he vuelto a mudar, otra vez), he estado un poco liado. Pero ya estoy de vuelta. Prometo hacer una entrada con el viaje neozelandés cuando disponga de las fotos (que me tienen que pasar la gente que vino conmigo; yo es que ni siquiera me llevé la cámara... sí, ya lo sé, soy un desastre)
Bien, a lo que iba...
Espero que todos paséis unos días estupendos junto a la familia y los amigos. Yo por mi parte intentaré disfrutar todo lo posible por estas tierras, en las que el verano ya debería haber hecho acto de presencia, pero que continúa resistiéndose a llegar (la temperatura no está mal, pero llueve cada dos por tres y el clima está más próximo a una primavera normalita que al verano que todos conocemos)
Quiero agradecer a todo el mundo el tiempo que habéis invertido en el blog, ya sea para leer las entradas o para poner algún comentario. Esto va tanto a amigos y familiares como a otros que no conozco y que se han dejado caer por aquí. Gracias a todos por estar ahí. Este pequeño blog me ha sido, aparte de un sitio en el que contar mis aventurillas australes, un trozo del pueblo al que acercarme de vez en cuando para estar en contacto con la gente que me importa.
Bueno, que no me quiero poner nostálgico a estas alturas, solo quería dejar constancia por escrito de lo que siento, nada más.
Lo dicho, disfrutad a tope de estas fechas. Que al menos os sirvan para olvidar durante unos días la mierda de la crísis y otros rollos similares. Me gustaría estar con vosotros, para que nos vamos a engañar, pero estaré bien por aquí, además, en unos meses ya me tendréis otra vez de vuelta, así que nos veremos en breve.
Por cierto, tal como he comentado al principio, me he vuelto a mudar. Ahora estoy viviendo con Alex, el compañero español de clase. Tenemos un pisito para nosotros solos en Bondi Junction, lo más cerca posible de la playa (Bondi Beach) desde la última parada del tren.
De momento todo genial, a ver si hay suerte y entra de una vez el verano para poder ir a la playita y seguir practicando el surf, del que al final acabaré convirtiéndome en todo un experto, ja, ja, ja.
Os dejo un enlace por si queréis ver mi nueva ubicación:
http://maps.google.es/maps?hl=es&q=2/176+Ebley+Street+Bondi+Junction+2022+Sydney&gs_upl=1603l9202l1l10146l26l26l0l0l0l0l323l6258l0.6.16.4l26l0&bav=on.2,or.r_gc.r_pw.,cf.osb&biw=1280&bih=635&um=1&ie=UTF-8&hq=&hnear=0x6b12adf3981fbe83:0x9d36850e9863b676,2/176+Ebley+St,+Bondi+Junction+NSW+2022,+Australia&gl=es&ei=SwD0TqHFJsWaiAeaztTCAQ&sa=X&oi=geocode_result&ct=title&resnum=1&ved=0CB4Q8gEwAA
Si ponéis el Street View y os colocáis frente a la casa, las tres ventanas que hacen esquina en el primer piso son las de mi habitación.
¡ESPERO QUE ALGUIEN DE LOS QUE LEEN ESTE BLOG LE HAYA TOCADO LA LOTERÍA!
Sí es así, se aceptan donativos. No quiero presionar, pero hay ciertos amigos de Valladolid que me mandaron una botellita de ginebra y un cómic por correo. Ahora que sabéis mi nueva dirección podéis hacer algo semejante (solo si os apetece, je, je)
¡Imploro el espíritu navideño!
Bien, a lo que iba...
¡¡¡Féliz Navidad a todo el mundo!!!
Espero que todos paséis unos días estupendos junto a la familia y los amigos. Yo por mi parte intentaré disfrutar todo lo posible por estas tierras, en las que el verano ya debería haber hecho acto de presencia, pero que continúa resistiéndose a llegar (la temperatura no está mal, pero llueve cada dos por tres y el clima está más próximo a una primavera normalita que al verano que todos conocemos)
Quiero agradecer a todo el mundo el tiempo que habéis invertido en el blog, ya sea para leer las entradas o para poner algún comentario. Esto va tanto a amigos y familiares como a otros que no conozco y que se han dejado caer por aquí. Gracias a todos por estar ahí. Este pequeño blog me ha sido, aparte de un sitio en el que contar mis aventurillas australes, un trozo del pueblo al que acercarme de vez en cuando para estar en contacto con la gente que me importa.
Bueno, que no me quiero poner nostálgico a estas alturas, solo quería dejar constancia por escrito de lo que siento, nada más.
Lo dicho, disfrutad a tope de estas fechas. Que al menos os sirvan para olvidar durante unos días la mierda de la crísis y otros rollos similares. Me gustaría estar con vosotros, para que nos vamos a engañar, pero estaré bien por aquí, además, en unos meses ya me tendréis otra vez de vuelta, así que nos veremos en breve.
Por cierto, tal como he comentado al principio, me he vuelto a mudar. Ahora estoy viviendo con Alex, el compañero español de clase. Tenemos un pisito para nosotros solos en Bondi Junction, lo más cerca posible de la playa (Bondi Beach) desde la última parada del tren.
De momento todo genial, a ver si hay suerte y entra de una vez el verano para poder ir a la playita y seguir practicando el surf, del que al final acabaré convirtiéndome en todo un experto, ja, ja, ja.
Os dejo un enlace por si queréis ver mi nueva ubicación:
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Si ponéis el Street View y os colocáis frente a la casa, las tres ventanas que hacen esquina en el primer piso son las de mi habitación.
¡ESPERO QUE ALGUIEN DE LOS QUE LEEN ESTE BLOG LE HAYA TOCADO LA LOTERÍA!
Sí es así, se aceptan donativos. No quiero presionar, pero hay ciertos amigos de Valladolid que me mandaron una botellita de ginebra y un cómic por correo. Ahora que sabéis mi nueva dirección podéis hacer algo semejante (solo si os apetece, je, je)
¡Imploro el espíritu navideño!
martes, 13 de diciembre de 2011
Kevin Spacey
Antes de marcharme a tierras neozelandesas voy a dejar una última (y pequeña) entrada hasta que pueda retomar el blog a mi regreso.
Ya sé que le rollo cultural aburre a gran parte de los lectores del blog, pero no puedo dejar de comentar que el pasado domingo estuve en el teatro, viendo un pedazo de drama de Shakespeare: Ricardo III (hay queda eso)
El motivo de que me arrastrara hasta esta obra, que por supuesto tuve que aguantar in English, fue que el actor principal (que hacía de Richard III) era Kevin Spacey. Supongo que todo el mundo lo conocerá, pero si no es el caso aquí os dejo una foto:
Es un actor muy conocido, que ha actuado en docenas de películas, como Sospechosos habituales, American beauty, Seven... La verdad es que, cuando vi meses atrás que venía para Sydney, tuve claro que quería ir a verlo, aunque no me enterara de nada, tal como pasó.
El director es también conocido en Hollywood, y suyas son películas tan conocidas como American beauty o Camino a la perdición.
la verdad es que como experiencia fue irrepetible, aunque hubiera preferido un texto más sencillo que el inglés clásico de Shakespeare, que si ya es jodido en castellano, en inglés es prácticamente imposible (al menos para alguien de mi nivel) Por suerte ya me lo esperaba, así que me leí unos días antes un PDF de la obra, para ir preparado, y menos mal que lo hice, porque de verdad que era muy complicado hilar un par de frases seguidas.
Por otra parte la actuación de Kevin Spacey fue perfecta (aún no entendiendo lo que decía, te hacía sentir la fuerza del personaje), y la escenografía, aunque sencilla, también era espectacular. Con la sola utilización de diversos efectos luminosos te hacía transportarte a diferentes escenarios, aún siendo siempre el mismo.
La verdad es que gocé como un enano, lástima de no entender bien el inglés, porque si no la experiencia hubiera sido redonda.
Ya sé que le rollo cultural aburre a gran parte de los lectores del blog, pero no puedo dejar de comentar que el pasado domingo estuve en el teatro, viendo un pedazo de drama de Shakespeare: Ricardo III (hay queda eso)
El motivo de que me arrastrara hasta esta obra, que por supuesto tuve que aguantar in English, fue que el actor principal (que hacía de Richard III) era Kevin Spacey. Supongo que todo el mundo lo conocerá, pero si no es el caso aquí os dejo una foto:
Es un actor muy conocido, que ha actuado en docenas de películas, como Sospechosos habituales, American beauty, Seven... La verdad es que, cuando vi meses atrás que venía para Sydney, tuve claro que quería ir a verlo, aunque no me enterara de nada, tal como pasó.
El director es también conocido en Hollywood, y suyas son películas tan conocidas como American beauty o Camino a la perdición.
la verdad es que como experiencia fue irrepetible, aunque hubiera preferido un texto más sencillo que el inglés clásico de Shakespeare, que si ya es jodido en castellano, en inglés es prácticamente imposible (al menos para alguien de mi nivel) Por suerte ya me lo esperaba, así que me leí unos días antes un PDF de la obra, para ir preparado, y menos mal que lo hice, porque de verdad que era muy complicado hilar un par de frases seguidas.
Por otra parte la actuación de Kevin Spacey fue perfecta (aún no entendiendo lo que decía, te hacía sentir la fuerza del personaje), y la escenografía, aunque sencilla, también era espectacular. Con la sola utilización de diversos efectos luminosos te hacía transportarte a diferentes escenarios, aún siendo siempre el mismo.
La verdad es que gocé como un enano, lástima de no entender bien el inglés, porque si no la experiencia hubiera sido redonda.
sábado, 10 de diciembre de 2011
Le llaman Luisito
Antes de que os pongáis a leer esta entrada, es de obligado cumplimiento hacerlo escuchando esta canción:
Eso está mejor. Comenzamos...
Como la mayoría de los que leéis este blog ya sabréis, hace un par de días me líe la manta a la cabeza y, aprovechando que Oscar estaba por aquí, nos decidimos a pasar dos días en un campamento surfero.
La tarde del miércoles, cuando el bus venía a recogernos (el campamento está en una playa del norte, a más de tres horas de la ciudad), estaba lloviendo en Sydney (algo, por otra parte, de lo más habitual del mundo por estos lares) Total, que la cosa no pintaba demasiado bien, ya nos veíamos surfeando bajo la lluvia y pasando un frío del carajo.
La furgoneta llegó (sí, no era un bus como habíamos pensando, pero como éramos 6 en total tampoco pasaba nada) El instructor que se iba a hacer cargo de nosotros era el que conducía, un tío bastante majo con esa filosofía surfista a lo relax, no me agobies y ese rollo. Junto con los dos de Calahorra venían un par de noruegos, un inglés y un irlandés. Total, que a las 7.30 de la tarde dejamos atrás Sydney y su eterna lluvia.
Y antes de que hubieran pasado diez minutos los noruegos echaron mano del maletero y sacaron una cerveza para cada uno. "Cheers!" por el viaje, todos a brindar, y ¡hala!, ya nos habíamos metido la primera cerveza, sin siquiera cruzar el puente de Sydney. Poco después parada técnica en una licorería y a comprar más combustible para el camino. Al final, con la tontería, nos metimos 7 cervezas al cuerpo sin sentido ninguno, porque llegamos al campamento cerca de la 1 de la madrugada y fuimos directos a la cama, ya que al día siguiente tocaba madrugar a las 7.30. De verdad que la obsesión de estos europeos por beber cerveza a la mínima oportunidad no termino de entenderla, pero bueno, ya estábamos metidos de lleno en el espíritu surfero, así que los de Calahorra no íbamos a ser menos.
Por cierto, cuando llegamos al campamento seguía lloviendo, no había parado en las 5 horitas que nos tiramos de camino. Sí, ya sé que os he contado que estaba a unas tres horas, pero conducir de noche, lloviendo y haciendo paradas técnicas para comprar comida, bebida y mear, pues como que es imposible cumplir con el horario establecido.
Así que al día siguiente nos levantamos a la citada hora y... seguía lloviendo. Mal empezábamos, pero ya que estábamos allí no nos quedaba otra que dejarnos el pellejo en la playa, hiciera el tiempo que hiciese.
Tras un buen desayuno seleccionamos los trajes de neopreno y las tablas que íbamos a utilizar en nuestra primera incursión contra las olas. La lluvia comenzaba a ceder, y parecía que íbamos a disponer de una pequeña tregua al fin y al cabo. Volvimos a montarnos en la furgo y nos fuimos a una playa que estaba a una media hora de donde nos encontrábamos (había dos playas a escasos metros del campamento, pero las dejamos para el día siguiente)
Para cuando llegamos al emplazamiento, la lluvia se había detenido, y el sol asomaba entre las nubes grises que se iban difuminando en el cielo. Al final íbamos a disfrutar de un día de playa como es debido.
Lo primero que hicimos fue calzarnos el traje de neopreno, y con una pinta de profesionales del surf digna de foto de revista, agarramos las tablas y las llevamos a la playa. Aquí debo hacer una pequeña descripción de la tabla, porque hay varios tipos, y para los principiantes la ideal es la más grande todas, que viene a ser unos dos metros y medio más o menos. Bueno, pues el primer sufrimiento del día fue arrastrar las tablas, que aunque no pesaban demasiado, eran incómodas de llevar (y no te digo nada a la vuelta, tras cuatro horas destrozándonos el cuerpo en el mar)
Total, que ya estábamos en la playa, con el neopreno y las tablas, dispuestos a afrontar un largo día de surf. El sol ya brillaba en lo alto y calentaba con fuerza, las olas rompían contra la playa de forma constante, y nosotros, ilusos, estábamos impacientes por comenzar de una vez.
Pero lo primero era lo primero, un poco de teoría elemental, tan solo unos pasos básicos para que no te vieras vendido cuando te aventurases en el mar. No voy a relatar aquí en que consisten esos pasos, pero apenas son tres y son lo más sencillo del mundo... cuando los estás practicando sobre la superficie estable de la arena, en el agua es otra historia...
Calculo que a estas alturas la cancioncilla de marras estará a punto de terminar, por lo que para la siguiente parte de la historia, en la que ya me meto de lleno a detallar la experiencia de surcar las olas, os dejo este enlace para continuar con la banda sonora:
Bien, continuemos...
Total, que con la teoría en nuestras cabezas, nos lanzamos de lleno a la aventura.
Cuando ves a un surfista lanzarse al agua y empezar a bracear para alejarse un poco de la orilla y llegar a una posición desde la cual poder pillar buenas olas, la cosa parece sencilla. Pues bien, no lo es.
Imagínate arrastrando la tabla (recordemos, casi dos metros y medio) como medianamente puedes, agarrada por un extremo a tu tobillo, mientras las olas te van machacando una tras otra sin tregua. Las primeras son fáciles de salvar, porque el agua aún no te llega a las rodillas y con un simple salto o la propia fuerza de tu cuerpo las capeas sin problemas. El tema viene cuando el agua te llega ya por la cintura, es entonces cuando las olas comienzan a envestir de verdad, sin contemplaciones. Tú intentas dar saltitos para salvarlas, pero la cosa no es tan fácil, porque la mayoría de ellas te sobrepasan de largo, así que no puedes hacer otra cosa que encomendarte a los santos, agarrar bien la tabla y cerrar la boca para no tragar agua como un buzón de correos. Al principio no era tan malo, porque aún me veía con fuerzas para aguantar el tirón, pero a medida que el tiempo pasaba, y que el mar me iba machacando pero bien (de verdad que en muchas ocasiones era como si me estuvieran dando tortazos en la cara), la resistencia empezaba a flaquear, y muchas veces veía una ola que se me echaba encima y lo único que podía soltar era un buen mecagüen... antes de empezar a dar vueltas como una centrifugadora. Y eso cuando la fuerza del envite no se me llevaba la tabla a tomar por culo y me veía arrastrado detrás de ella (recordemos que estás sujeto por el tobillo) Pero si el primer día fue patético, el segundo ya entra en los anales del ridículo, porque fuimos a la playa cercana al campamento, y en esta las olas sí que eran cañeras; si a eso le sumas la reventada que llevábamos encima del día anterior, pues apaga y vámonos. En este segundo día fue prácticamente imposible alcanzar el punto clave. Recuerdo que estábamos Oscar y yo viendo al inglés intentando llegar y nos partíamos la caja, porque el pobre hombre llevaba diez minutos intentando avanzar y no se había movido del sitio. Claro que a mí tampoco me fue mucho mejor, porque no hice más que tragar agua, recibir hostias y dar vueltas sobre mí mismo (y lo más triste es que estás a punto de ahogarte en un sitio que no te cubre ni las rodillas) Este segundo día me retiré cuando un par de olas me machacaron vivo, arrastrándome literalmente a la orilla, donde me quedé derrotado unos minutos en los que tomé consciencia de que el surf no es lo mío (al menos en este primer enfrentamiento)
Pero no todo fue un fracaso, porque aún logré llegar al punto necesario para empezar a surfear unas cuantas veces, y aquí es donde empieza lo bueno. Una vez has llegado te tumbas en la tabla y esperas a que venga una buena ola, para empezar a bracear en su misma dirección y, cuando estás sobre ella, realizar los pasos pertinentes para colocarte sobre la tabla y empezar a surfear. Pues bueno, solo lo conseguí un par de veces, el resto fue una sucesión de caídas lamentables dignas de videos de primera. Recuerdo una vez que estaba sobre la ola y empecé a hacer los pasos, pero me hice la picha un lío y acabé apoyando el pie derecho directamente en el mar, con lo cual, zambullida en la ola y a hacer la centrifugadora. En otra ocasión estaba en la misma situación, con una pedazo de ola que me estaba llevando a toda leche hacia la orilla, y cuando me iba a poner de pie, va la tabla y empieza a irse en picado hacia el fondo de la ola; resultado, la tabla se quedó vertical, la ola le metió una buena leche hacia adelante y yo me vi arrastrado por la tabla a la vez que seguía haciendo la centrifugadora.
El resultado final fue lograr ponerme un par de veces de pie sobre la tabla (un segundo como mucho cada una de ellas) y acabar con todos los músculos del cuerpo completamente destrozados; vamos, que al día siguiente no podía mover ni el pelo de la ceja. Recuerdo el segundo día, que para intentar llegar al punto clave había que nadar sobre la tabla, y yo ya no tenía fuerzas en los brazos para ello, con lo que nadaba al estilo perro, con el resultado de que una ola me mandó a tomar por culo. Lo mismo me pasó una vez que había logrado pillar una ola, pero que no tuve fuerzas para ponerme de pie, con el mismo resultado.
A Oscar le fue bastante mejor, y aunque también andaba un poco tocado, logró cabalgar varias olas durante varios segundos.
La verdad es que sales machacado, sobre todo cuando no tienes ni idea, pero te echas unas buenas risas y es muy divertido (al menos la dos primeras horas, luego tan solo desearías que un tiburón acabara con tu sufrimiento)
Se puede decir que esta primera batalla la han ganado las olas, pero la guerra aún no ha terminado, si tengo oportunidad alquilaré un equipo en una playa de Sydney y volveré a intentarlo, ya os contaré que tal la segunda vez....
Por cierto, os dejo el enlace del sitio donde estuvimos, por si queréis echarle un vistazo:
http://www.wavessurfschool.com.au/
Eso está mejor. Comenzamos...
Como la mayoría de los que leéis este blog ya sabréis, hace un par de días me líe la manta a la cabeza y, aprovechando que Oscar estaba por aquí, nos decidimos a pasar dos días en un campamento surfero.
La tarde del miércoles, cuando el bus venía a recogernos (el campamento está en una playa del norte, a más de tres horas de la ciudad), estaba lloviendo en Sydney (algo, por otra parte, de lo más habitual del mundo por estos lares) Total, que la cosa no pintaba demasiado bien, ya nos veíamos surfeando bajo la lluvia y pasando un frío del carajo.
La furgoneta llegó (sí, no era un bus como habíamos pensando, pero como éramos 6 en total tampoco pasaba nada) El instructor que se iba a hacer cargo de nosotros era el que conducía, un tío bastante majo con esa filosofía surfista a lo relax, no me agobies y ese rollo. Junto con los dos de Calahorra venían un par de noruegos, un inglés y un irlandés. Total, que a las 7.30 de la tarde dejamos atrás Sydney y su eterna lluvia.
Y antes de que hubieran pasado diez minutos los noruegos echaron mano del maletero y sacaron una cerveza para cada uno. "Cheers!" por el viaje, todos a brindar, y ¡hala!, ya nos habíamos metido la primera cerveza, sin siquiera cruzar el puente de Sydney. Poco después parada técnica en una licorería y a comprar más combustible para el camino. Al final, con la tontería, nos metimos 7 cervezas al cuerpo sin sentido ninguno, porque llegamos al campamento cerca de la 1 de la madrugada y fuimos directos a la cama, ya que al día siguiente tocaba madrugar a las 7.30. De verdad que la obsesión de estos europeos por beber cerveza a la mínima oportunidad no termino de entenderla, pero bueno, ya estábamos metidos de lleno en el espíritu surfero, así que los de Calahorra no íbamos a ser menos.
Por cierto, cuando llegamos al campamento seguía lloviendo, no había parado en las 5 horitas que nos tiramos de camino. Sí, ya sé que os he contado que estaba a unas tres horas, pero conducir de noche, lloviendo y haciendo paradas técnicas para comprar comida, bebida y mear, pues como que es imposible cumplir con el horario establecido.
Así que al día siguiente nos levantamos a la citada hora y... seguía lloviendo. Mal empezábamos, pero ya que estábamos allí no nos quedaba otra que dejarnos el pellejo en la playa, hiciera el tiempo que hiciese.
Tras un buen desayuno seleccionamos los trajes de neopreno y las tablas que íbamos a utilizar en nuestra primera incursión contra las olas. La lluvia comenzaba a ceder, y parecía que íbamos a disponer de una pequeña tregua al fin y al cabo. Volvimos a montarnos en la furgo y nos fuimos a una playa que estaba a una media hora de donde nos encontrábamos (había dos playas a escasos metros del campamento, pero las dejamos para el día siguiente)
Para cuando llegamos al emplazamiento, la lluvia se había detenido, y el sol asomaba entre las nubes grises que se iban difuminando en el cielo. Al final íbamos a disfrutar de un día de playa como es debido.
Lo primero que hicimos fue calzarnos el traje de neopreno, y con una pinta de profesionales del surf digna de foto de revista, agarramos las tablas y las llevamos a la playa. Aquí debo hacer una pequeña descripción de la tabla, porque hay varios tipos, y para los principiantes la ideal es la más grande todas, que viene a ser unos dos metros y medio más o menos. Bueno, pues el primer sufrimiento del día fue arrastrar las tablas, que aunque no pesaban demasiado, eran incómodas de llevar (y no te digo nada a la vuelta, tras cuatro horas destrozándonos el cuerpo en el mar)
Total, que ya estábamos en la playa, con el neopreno y las tablas, dispuestos a afrontar un largo día de surf. El sol ya brillaba en lo alto y calentaba con fuerza, las olas rompían contra la playa de forma constante, y nosotros, ilusos, estábamos impacientes por comenzar de una vez.
Pero lo primero era lo primero, un poco de teoría elemental, tan solo unos pasos básicos para que no te vieras vendido cuando te aventurases en el mar. No voy a relatar aquí en que consisten esos pasos, pero apenas son tres y son lo más sencillo del mundo... cuando los estás practicando sobre la superficie estable de la arena, en el agua es otra historia...
Calculo que a estas alturas la cancioncilla de marras estará a punto de terminar, por lo que para la siguiente parte de la historia, en la que ya me meto de lleno a detallar la experiencia de surcar las olas, os dejo este enlace para continuar con la banda sonora:
Bien, continuemos...
Total, que con la teoría en nuestras cabezas, nos lanzamos de lleno a la aventura.
Cuando ves a un surfista lanzarse al agua y empezar a bracear para alejarse un poco de la orilla y llegar a una posición desde la cual poder pillar buenas olas, la cosa parece sencilla. Pues bien, no lo es.
Imagínate arrastrando la tabla (recordemos, casi dos metros y medio) como medianamente puedes, agarrada por un extremo a tu tobillo, mientras las olas te van machacando una tras otra sin tregua. Las primeras son fáciles de salvar, porque el agua aún no te llega a las rodillas y con un simple salto o la propia fuerza de tu cuerpo las capeas sin problemas. El tema viene cuando el agua te llega ya por la cintura, es entonces cuando las olas comienzan a envestir de verdad, sin contemplaciones. Tú intentas dar saltitos para salvarlas, pero la cosa no es tan fácil, porque la mayoría de ellas te sobrepasan de largo, así que no puedes hacer otra cosa que encomendarte a los santos, agarrar bien la tabla y cerrar la boca para no tragar agua como un buzón de correos. Al principio no era tan malo, porque aún me veía con fuerzas para aguantar el tirón, pero a medida que el tiempo pasaba, y que el mar me iba machacando pero bien (de verdad que en muchas ocasiones era como si me estuvieran dando tortazos en la cara), la resistencia empezaba a flaquear, y muchas veces veía una ola que se me echaba encima y lo único que podía soltar era un buen mecagüen... antes de empezar a dar vueltas como una centrifugadora. Y eso cuando la fuerza del envite no se me llevaba la tabla a tomar por culo y me veía arrastrado detrás de ella (recordemos que estás sujeto por el tobillo) Pero si el primer día fue patético, el segundo ya entra en los anales del ridículo, porque fuimos a la playa cercana al campamento, y en esta las olas sí que eran cañeras; si a eso le sumas la reventada que llevábamos encima del día anterior, pues apaga y vámonos. En este segundo día fue prácticamente imposible alcanzar el punto clave. Recuerdo que estábamos Oscar y yo viendo al inglés intentando llegar y nos partíamos la caja, porque el pobre hombre llevaba diez minutos intentando avanzar y no se había movido del sitio. Claro que a mí tampoco me fue mucho mejor, porque no hice más que tragar agua, recibir hostias y dar vueltas sobre mí mismo (y lo más triste es que estás a punto de ahogarte en un sitio que no te cubre ni las rodillas) Este segundo día me retiré cuando un par de olas me machacaron vivo, arrastrándome literalmente a la orilla, donde me quedé derrotado unos minutos en los que tomé consciencia de que el surf no es lo mío (al menos en este primer enfrentamiento)
Pero no todo fue un fracaso, porque aún logré llegar al punto necesario para empezar a surfear unas cuantas veces, y aquí es donde empieza lo bueno. Una vez has llegado te tumbas en la tabla y esperas a que venga una buena ola, para empezar a bracear en su misma dirección y, cuando estás sobre ella, realizar los pasos pertinentes para colocarte sobre la tabla y empezar a surfear. Pues bueno, solo lo conseguí un par de veces, el resto fue una sucesión de caídas lamentables dignas de videos de primera. Recuerdo una vez que estaba sobre la ola y empecé a hacer los pasos, pero me hice la picha un lío y acabé apoyando el pie derecho directamente en el mar, con lo cual, zambullida en la ola y a hacer la centrifugadora. En otra ocasión estaba en la misma situación, con una pedazo de ola que me estaba llevando a toda leche hacia la orilla, y cuando me iba a poner de pie, va la tabla y empieza a irse en picado hacia el fondo de la ola; resultado, la tabla se quedó vertical, la ola le metió una buena leche hacia adelante y yo me vi arrastrado por la tabla a la vez que seguía haciendo la centrifugadora.
El resultado final fue lograr ponerme un par de veces de pie sobre la tabla (un segundo como mucho cada una de ellas) y acabar con todos los músculos del cuerpo completamente destrozados; vamos, que al día siguiente no podía mover ni el pelo de la ceja. Recuerdo el segundo día, que para intentar llegar al punto clave había que nadar sobre la tabla, y yo ya no tenía fuerzas en los brazos para ello, con lo que nadaba al estilo perro, con el resultado de que una ola me mandó a tomar por culo. Lo mismo me pasó una vez que había logrado pillar una ola, pero que no tuve fuerzas para ponerme de pie, con el mismo resultado.
A Oscar le fue bastante mejor, y aunque también andaba un poco tocado, logró cabalgar varias olas durante varios segundos.
La verdad es que sales machacado, sobre todo cuando no tienes ni idea, pero te echas unas buenas risas y es muy divertido (al menos la dos primeras horas, luego tan solo desearías que un tiburón acabara con tu sufrimiento)
Se puede decir que esta primera batalla la han ganado las olas, pero la guerra aún no ha terminado, si tengo oportunidad alquilaré un equipo en una playa de Sydney y volveré a intentarlo, ya os contaré que tal la segunda vez....
Por cierto, os dejo el enlace del sitio donde estuvimos, por si queréis echarle un vistazo:
http://www.wavessurfschool.com.au/
martes, 6 de diciembre de 2011
Un examen, algunos aborígenes y la policía.
Hacía tiempo que no me pasaba una de las mías, y ya pensaba que estos tres meses que me quedan por aquí iban a pasar con relativa calma, pero está claro que tengo un imán para ciertas situaciones absurdas (sobre todo a altas horas de la madrugada) en las que, por otro lado, tengo que agradecer que la historia se quede en poco más que una anécdota divertida con la que echarnos unas risas. Pues bien, ayer me pasó una de esas (tampoco esperéis algo a lo Tarantino, que no se trata de eso, de momento...)
Como todo el mundo que es más o menos asiduo del blog sabrá, ayer tuve mi examen de FCE (First Certificate in English) Sobre este particular, lo primero que debo decir es que es el examen más largo que he hecho en mi vida (empezábamos a las 8 con el chequeo del DNI y terminábamos a las 14.30 con un dolor de cabeza considerable) De todos es sabido que mi faceta de estudiante no ha sido explotada como debería, y que en mis años de FP le dedicaba más tiempo a la barra del bar del instituto que a otra cosa (algo de lo que siempre me arrepentiré, más que nada porque no solo estaba esa barra, sino que existían muchas otras que no exploré en su justa medida); lo que intento decir es que para alguien como yo, que pisó la universidad solo para unirse a las fiestas que sus amigos estudiantes (esto es un perfecto eufemismo) hacían, un examen de este calibre era algo nuevo.
La convocatoria tenía lugar en la Universidad de Nueva Gales del Sur (un complejo de edificios casi más grande que Calahorra), en una sala inmensa, que más parecía la nave central de una iglesia que el aúla de toda la vida. Estábamos cerca de 200 personas (el 80% asiáticos; bueno, vale, no sé si el 80, el 70 o el 67, solo trataba de mostrar una referencia para que os hicierais una idea) Total, que el examen constaba de 4 partes: reading, writing, use of English & listening (la quinta, speaking, ya la habíamos resuelto -con más o menos gloria- hacía una semana más o menos)
Una cosa que me resultó chocante es que, tras haber chequeado nuestras identificaciones al principio, los cansinos de los examinadores volvían a hacerlo una vez más al principio de cada una de las pruebas, para un total de 5 identificaciones antes de acabar el examen. De verdad, ni que estuviéramos en Guantanamo.
Con el reading creo que no me fue demasiado mal, aunque al final tuve que elegir tres respuestas al tun-tun porque me había quedado sin tiempo. Esta parte consiste en tres lecturas en las que tienes que hacer una comprensión de lo que lees para luego hallar las respuestas correctas. En principio no parece algo complicado (en el último examen de prueba saqué un 91%), pero con la mierda del tiempo límite (una hora), te encuentras con que, de repente, el examinador jefe (no sé que nombre "oficial" recibe), te suelta por el micrófono que te quedan 10 minutos, y entonces estás jodido, porque ya no hay manera de concentrarse, y esos últimos 10 minutos son como una lenta agonía antes del final, porque lo que no hayas hecho para entonces, olvídate de hacerlo en ese tiempo de descuento.
La siguiente parte fue el writing, una hora y veinte minutos para hacer un par de escritos con unos temas que te proponen en el examen. El primero nos tocó un mail informal a un colega de Inglaterra, para organizar un viaje a un Festival de música que se celebra en su país. En principio algo sencillo, porque se trata de utilizar un lenguaje coloquial, que siempre es más fácil que la típica carta formal. Para la segunda parte teníamos que elegir entre cuatro opciones, pero yo me lancé enseguida a la Story, que encuentro la parte más sencilla de todos los writing, ya que cuando te inventas una historia puedes hacerlo con el lenguaje que creas oportuno, así que no tienes restricciones a la hora de meter las frases que quieras. La historia debía empezar con un hombre que sube unas escaleras y llama a la puerta de un edificio. Pues bien, algo tan sencillo como eso, derivó, en mi mente un poco friki, en una historia de fantasmas que tuve que cortar en su punto álgido, más que nada porque ya me había pasado unas 10 palabras de lo permitido.
Después llegó el "Use of English", que viene a ser gramática pura y dura. 45 minutos de auténtico dolor solo comparable a los más retorcidos artefactos de la Sagrada Inquisición. Esta es, con creces, la parte que peor llevaba de todas, aunque al final salí más contento de lo esperado, y con un cierto optimismo (vamos, que habré sacado, como mucho, un 50% en esta parte)
Y ya para finalizar, tras el enésimo chequeo del pasaporte (la verdad es que a estas alturas todos teníamos el rostro un tanto cambiado a causa del infierno por el que estábamos pasando, así que si el examinador se hubiera molestado en comprobar la foto, la mitad de nosotros hubiésemos ido a la calle por impostores) Bueno, que pierdo el hilo... Eso, que para remate final teníamos el listening, 40 minutos en los que teníamos que permanecer atentos a una grabación para dilucidar que narices estaban diciendo. La verdad es que fue un poco jodido, sobre todo por parte de alguno de los actores, que acento irlandés y escocés (a los que solo puedes entender si tienes un grado considerable de alcoholismo en el cuerpo) Con deciros que en una de las respuestas escribí "New Zealand" (aún sabiendo que no podía ser eso ni de coña) y que lo que el pavo había dicho era "Museum"... Vale, viéndolo así escrito puedes decir que no se parecen en nada, pero las pronunciaciones son bastante similares...
Pues nada, al final me he quitado de encima el puñetero examen. Lo malo es que los resultados no los tendré hasta el próximo 26 de enero (menuda currada, y luego dicen que los españoles no trabajamos...) Y en cuanto a mis impresiones sobre el resultado, la verdad es que no sé que decir, creo que ando hay, en la media, donde lo mismo apruebo que suspendo. Habrá que esperar a finales de enero...
Tras el examen me fui a tomar unas cervezas con los compañeros de clase, de los cuales la mitad de ellos se marchaban a sus respectivos países (joder, este mes se está convirtiendo en el de las despedidas), pero no me quedé demasiado rato, porque, como ya he comentado en la anterior entrada, mi amigo Oscar de Calahorra está por aquí, y también me apetecía estar con él (y olvidarme del puñetero inglés por un rato)
El caso es que quedé con él para tomar unas cervezas (si, ya lo sé, pero realmente necesitaba beber algo para relajar la presión del examen, recordad que el estudio, para mi, está estrechamente ligado con las barras de bar, por los motivos que he expresado arriba) Pues eso, que estábamos Oscar y yo tomándonos unas cervecitas y cenando un buen trozo de carne tranquilamente, cuando unos compañeros del hostel donde duerme Oscar, lo llamaron para quedar con nosotros a tomar algo. Es fue alrededor de las 9 de la noche, y los jodidos de ellos aparecieron a las 11, para que luego hablen de la puntualidad española (en serio, esto sería tema para otra entrada, pero al final, todo lo que los demás países despotrican de España, que si la siesta, las fiestas, que si no trabajamos... bueno, pues podríamos desmontar todos esos mitos uno a uno sin ningún problema, poque me da a mí que, más allá de nuestras fronteras, la peña se rasca los huevos -y perdón por la expresión- mucho más de lo que nosotros suponemos o ellos están dispuestos a admitir)
Pues al final los colegas de Oscar llegaron: dos canadienses (una chica y un chico), una holandesa y un francés. Venían con ganas de fiesta, así que nos fuimos a los "Three Monkeys", un garito que quedaba cerca en el que había música en directo (y con ello quiero decir música de verdad, rock&roll y algo de pop de los noventa, y no la puta mierda que me tengo que tragar cada noche cuando salgo por aquí: música dance infumable que suena toda igual y que el único beneficio que yo le encuentro es que puede ser usada, sin ningún problema, como método de tortura) Lo siento, pero es que tenía que decir esto o reventaba.
El concierto estuvo bastante bien. Los amigos de Oscar no pararon de bailar (patéticamente, todo hay que decirlo) y beber cerveza como si les fuera la vida en ello. Al final se me fue la hora, entre otras cosas porque estaba disfrutando de la música, y cuando el concierto acabó eran casi la 1.30 de la madrugada. Mal asunto, porque los trenes chapan a eso de las 12, y no tenía ni pajolera idea de qué autobús pillar para llegar a casa. Total, que hice mutis por el foro, y sali del garito, dispuesto a caminar un rato para llegar hasta mi cama (hay que tener en cuenta que me había despertado a las 5 de la mañana, y que ya estaba un poco reventado por el día que había llevado)
Salí a la calle y comencé a caminar, y aquí es donde las cosas se torcieron un poco...
Mi sentido de la orientación no es malo, lo que pasa es que tiendo a coger el camino más largo para llegar a un punto concreto. Cuando salí del pub pillé la calle para abajo, pensando que me llevaría directo hacia Alexandria, donde vivo. Mi error de cálculo fue que, en algún momento del recorrido, tenía que haberme escorado un pelín a la izquierda. Bueno, pues no lo hice, yo todo para alante, con un par... Hasta que llegué a una carretera nacional que me sacaba de la ciudad. Allí tuve que recular un poco, y tras atravesar un parque que más parecía un bosque, acabé en una barriada que tenía bastante mala pinta. Imaginaos esas mansiones de Beverly Hills con sus grandes avenidas y sus coches de lujo aparcados en la calle. Bien, pues ahora fijaos en el jardín de esas opulentas mansiones, y en el sudamericano que se está deslomando para que el césped luzca perfecto. Pues bien, si seguimos a ese jardinero hasta su casa en las afueras de la ciudad, veremos un barrio que, tras añadirle un toque de mugre, podría servir como descripción de la barriada en la que acabé.
Renferd, donde está Alexandria, es conocido por ser el lugar de Sydney donde viven la mayoría de aborígenes. Hasta el momento no me había tocado ver a casi ninguno de ellos, sobre todo porque Alexandria está un tanto apartada del barrio donde viven. Pero el caso es que ayer, no sé muy bien como, mis pasos me llevaron hasta ese lugar. Tal como he dicho, las casas se asemejaban más a chabolas, la iluminación era un bien escaso, y en la calle se veían grupos de aborígenes, sentados a las puertas de sus casas, poniéndose dobladitos de cerveza (sí, está etnia es conocida aquí en Australia por su afición desmedida por las bebidas espirituosas) Total, que yo ya estaba reventado por la caminata, y lo único que quería era llegar a mi cama y sobar como unas 200 horas, así que, cuando vi a un grupo de 4 aborígenes bebiendo cervezas alegremente, me acerqué a ellos para preguntarles donde narices estaba y cómo cojones podía llegara a Alexandria.
Al principio los aborígenes me miraron un tanto confusos, como preguntándose de donde narices había salido yo, pero luego (supongo que movidos por su estado etílico) me ofrecieron una cerveza para que le echara un trago. Yo rehusé amablemente esta desmedida muestra de solidaridad, y volví a preguntarles por la dirección. Aquí tuve un pequeño problema, porque entender a un aborigen borracho requiere un nivel de inglés que solo los grandes catedráticos de Oxford poseen (y eso cuando van mamaos) Así que allí estaba yo, intentando dilucidar que me estaba contando esa amable gente, cuando de repente apareció un coche de la policía.
Teníais que haber visto como los aborígenes, que hasta hace un instante estaban medio tirados en unos cochambrosos sofás enfrente de sus casas, se pusieron de pie como si tuvieran un muelle en el culo y empezaron a correr de un lado a otro, dejándome allí, con la palabra en la boca, y más flipao que un japonés en un foto matón. Total, que la policía pilló a un par de ellos (la verdad es que eran un poco abuelos y no tuvieron muchas oportunidades) y empezaron a cachearlos contra el coche. Yo me quedé quieto, esperando que no se hubieran percatado de mi presencia, pero claro, un español entre esa cuadrilla, cantaba más que el alerón de Camacho, por lo que uno de los policías vino hacia mí para preguntarme qué leches hacía yo en ese barrio de mala muerte (al menos supuse que esas eran sus palabras...) Tras una identificación positiva (menos mal que llevaba el carnet... ahora que lo pienso ayer fue el día en que todo el mundo chequeaba mis documentos oficiales), el policía me indicó donde quedaba Alexandria y me mando con viento fresco fuera de ese barrio. Cuando me marchaba vi que metían a los dos abuelos en el coche patrulla, por lo que, cual mujer de Lot, decidí no volver la vista atrás.
Al final logré llegar a mi ansiada casa, más de una hora y media después de haber salido del pub, completamente reventado, pero contento, porque había hecho nuevos amigos entre los aborígenes.
Como todo el mundo que es más o menos asiduo del blog sabrá, ayer tuve mi examen de FCE (First Certificate in English) Sobre este particular, lo primero que debo decir es que es el examen más largo que he hecho en mi vida (empezábamos a las 8 con el chequeo del DNI y terminábamos a las 14.30 con un dolor de cabeza considerable) De todos es sabido que mi faceta de estudiante no ha sido explotada como debería, y que en mis años de FP le dedicaba más tiempo a la barra del bar del instituto que a otra cosa (algo de lo que siempre me arrepentiré, más que nada porque no solo estaba esa barra, sino que existían muchas otras que no exploré en su justa medida); lo que intento decir es que para alguien como yo, que pisó la universidad solo para unirse a las fiestas que sus amigos estudiantes (esto es un perfecto eufemismo) hacían, un examen de este calibre era algo nuevo.
La convocatoria tenía lugar en la Universidad de Nueva Gales del Sur (un complejo de edificios casi más grande que Calahorra), en una sala inmensa, que más parecía la nave central de una iglesia que el aúla de toda la vida. Estábamos cerca de 200 personas (el 80% asiáticos; bueno, vale, no sé si el 80, el 70 o el 67, solo trataba de mostrar una referencia para que os hicierais una idea) Total, que el examen constaba de 4 partes: reading, writing, use of English & listening (la quinta, speaking, ya la habíamos resuelto -con más o menos gloria- hacía una semana más o menos)
Una cosa que me resultó chocante es que, tras haber chequeado nuestras identificaciones al principio, los cansinos de los examinadores volvían a hacerlo una vez más al principio de cada una de las pruebas, para un total de 5 identificaciones antes de acabar el examen. De verdad, ni que estuviéramos en Guantanamo.
Con el reading creo que no me fue demasiado mal, aunque al final tuve que elegir tres respuestas al tun-tun porque me había quedado sin tiempo. Esta parte consiste en tres lecturas en las que tienes que hacer una comprensión de lo que lees para luego hallar las respuestas correctas. En principio no parece algo complicado (en el último examen de prueba saqué un 91%), pero con la mierda del tiempo límite (una hora), te encuentras con que, de repente, el examinador jefe (no sé que nombre "oficial" recibe), te suelta por el micrófono que te quedan 10 minutos, y entonces estás jodido, porque ya no hay manera de concentrarse, y esos últimos 10 minutos son como una lenta agonía antes del final, porque lo que no hayas hecho para entonces, olvídate de hacerlo en ese tiempo de descuento.
La siguiente parte fue el writing, una hora y veinte minutos para hacer un par de escritos con unos temas que te proponen en el examen. El primero nos tocó un mail informal a un colega de Inglaterra, para organizar un viaje a un Festival de música que se celebra en su país. En principio algo sencillo, porque se trata de utilizar un lenguaje coloquial, que siempre es más fácil que la típica carta formal. Para la segunda parte teníamos que elegir entre cuatro opciones, pero yo me lancé enseguida a la Story, que encuentro la parte más sencilla de todos los writing, ya que cuando te inventas una historia puedes hacerlo con el lenguaje que creas oportuno, así que no tienes restricciones a la hora de meter las frases que quieras. La historia debía empezar con un hombre que sube unas escaleras y llama a la puerta de un edificio. Pues bien, algo tan sencillo como eso, derivó, en mi mente un poco friki, en una historia de fantasmas que tuve que cortar en su punto álgido, más que nada porque ya me había pasado unas 10 palabras de lo permitido.
Después llegó el "Use of English", que viene a ser gramática pura y dura. 45 minutos de auténtico dolor solo comparable a los más retorcidos artefactos de la Sagrada Inquisición. Esta es, con creces, la parte que peor llevaba de todas, aunque al final salí más contento de lo esperado, y con un cierto optimismo (vamos, que habré sacado, como mucho, un 50% en esta parte)
Y ya para finalizar, tras el enésimo chequeo del pasaporte (la verdad es que a estas alturas todos teníamos el rostro un tanto cambiado a causa del infierno por el que estábamos pasando, así que si el examinador se hubiera molestado en comprobar la foto, la mitad de nosotros hubiésemos ido a la calle por impostores) Bueno, que pierdo el hilo... Eso, que para remate final teníamos el listening, 40 minutos en los que teníamos que permanecer atentos a una grabación para dilucidar que narices estaban diciendo. La verdad es que fue un poco jodido, sobre todo por parte de alguno de los actores, que acento irlandés y escocés (a los que solo puedes entender si tienes un grado considerable de alcoholismo en el cuerpo) Con deciros que en una de las respuestas escribí "New Zealand" (aún sabiendo que no podía ser eso ni de coña) y que lo que el pavo había dicho era "Museum"... Vale, viéndolo así escrito puedes decir que no se parecen en nada, pero las pronunciaciones son bastante similares...
Pues nada, al final me he quitado de encima el puñetero examen. Lo malo es que los resultados no los tendré hasta el próximo 26 de enero (menuda currada, y luego dicen que los españoles no trabajamos...) Y en cuanto a mis impresiones sobre el resultado, la verdad es que no sé que decir, creo que ando hay, en la media, donde lo mismo apruebo que suspendo. Habrá que esperar a finales de enero...
Tras el examen me fui a tomar unas cervezas con los compañeros de clase, de los cuales la mitad de ellos se marchaban a sus respectivos países (joder, este mes se está convirtiendo en el de las despedidas), pero no me quedé demasiado rato, porque, como ya he comentado en la anterior entrada, mi amigo Oscar de Calahorra está por aquí, y también me apetecía estar con él (y olvidarme del puñetero inglés por un rato)
El caso es que quedé con él para tomar unas cervezas (si, ya lo sé, pero realmente necesitaba beber algo para relajar la presión del examen, recordad que el estudio, para mi, está estrechamente ligado con las barras de bar, por los motivos que he expresado arriba) Pues eso, que estábamos Oscar y yo tomándonos unas cervecitas y cenando un buen trozo de carne tranquilamente, cuando unos compañeros del hostel donde duerme Oscar, lo llamaron para quedar con nosotros a tomar algo. Es fue alrededor de las 9 de la noche, y los jodidos de ellos aparecieron a las 11, para que luego hablen de la puntualidad española (en serio, esto sería tema para otra entrada, pero al final, todo lo que los demás países despotrican de España, que si la siesta, las fiestas, que si no trabajamos... bueno, pues podríamos desmontar todos esos mitos uno a uno sin ningún problema, poque me da a mí que, más allá de nuestras fronteras, la peña se rasca los huevos -y perdón por la expresión- mucho más de lo que nosotros suponemos o ellos están dispuestos a admitir)
Pues al final los colegas de Oscar llegaron: dos canadienses (una chica y un chico), una holandesa y un francés. Venían con ganas de fiesta, así que nos fuimos a los "Three Monkeys", un garito que quedaba cerca en el que había música en directo (y con ello quiero decir música de verdad, rock&roll y algo de pop de los noventa, y no la puta mierda que me tengo que tragar cada noche cuando salgo por aquí: música dance infumable que suena toda igual y que el único beneficio que yo le encuentro es que puede ser usada, sin ningún problema, como método de tortura) Lo siento, pero es que tenía que decir esto o reventaba.
El concierto estuvo bastante bien. Los amigos de Oscar no pararon de bailar (patéticamente, todo hay que decirlo) y beber cerveza como si les fuera la vida en ello. Al final se me fue la hora, entre otras cosas porque estaba disfrutando de la música, y cuando el concierto acabó eran casi la 1.30 de la madrugada. Mal asunto, porque los trenes chapan a eso de las 12, y no tenía ni pajolera idea de qué autobús pillar para llegar a casa. Total, que hice mutis por el foro, y sali del garito, dispuesto a caminar un rato para llegar hasta mi cama (hay que tener en cuenta que me había despertado a las 5 de la mañana, y que ya estaba un poco reventado por el día que había llevado)
Salí a la calle y comencé a caminar, y aquí es donde las cosas se torcieron un poco...
Mi sentido de la orientación no es malo, lo que pasa es que tiendo a coger el camino más largo para llegar a un punto concreto. Cuando salí del pub pillé la calle para abajo, pensando que me llevaría directo hacia Alexandria, donde vivo. Mi error de cálculo fue que, en algún momento del recorrido, tenía que haberme escorado un pelín a la izquierda. Bueno, pues no lo hice, yo todo para alante, con un par... Hasta que llegué a una carretera nacional que me sacaba de la ciudad. Allí tuve que recular un poco, y tras atravesar un parque que más parecía un bosque, acabé en una barriada que tenía bastante mala pinta. Imaginaos esas mansiones de Beverly Hills con sus grandes avenidas y sus coches de lujo aparcados en la calle. Bien, pues ahora fijaos en el jardín de esas opulentas mansiones, y en el sudamericano que se está deslomando para que el césped luzca perfecto. Pues bien, si seguimos a ese jardinero hasta su casa en las afueras de la ciudad, veremos un barrio que, tras añadirle un toque de mugre, podría servir como descripción de la barriada en la que acabé.
Renferd, donde está Alexandria, es conocido por ser el lugar de Sydney donde viven la mayoría de aborígenes. Hasta el momento no me había tocado ver a casi ninguno de ellos, sobre todo porque Alexandria está un tanto apartada del barrio donde viven. Pero el caso es que ayer, no sé muy bien como, mis pasos me llevaron hasta ese lugar. Tal como he dicho, las casas se asemejaban más a chabolas, la iluminación era un bien escaso, y en la calle se veían grupos de aborígenes, sentados a las puertas de sus casas, poniéndose dobladitos de cerveza (sí, está etnia es conocida aquí en Australia por su afición desmedida por las bebidas espirituosas) Total, que yo ya estaba reventado por la caminata, y lo único que quería era llegar a mi cama y sobar como unas 200 horas, así que, cuando vi a un grupo de 4 aborígenes bebiendo cervezas alegremente, me acerqué a ellos para preguntarles donde narices estaba y cómo cojones podía llegara a Alexandria.
Al principio los aborígenes me miraron un tanto confusos, como preguntándose de donde narices había salido yo, pero luego (supongo que movidos por su estado etílico) me ofrecieron una cerveza para que le echara un trago. Yo rehusé amablemente esta desmedida muestra de solidaridad, y volví a preguntarles por la dirección. Aquí tuve un pequeño problema, porque entender a un aborigen borracho requiere un nivel de inglés que solo los grandes catedráticos de Oxford poseen (y eso cuando van mamaos) Así que allí estaba yo, intentando dilucidar que me estaba contando esa amable gente, cuando de repente apareció un coche de la policía.
Teníais que haber visto como los aborígenes, que hasta hace un instante estaban medio tirados en unos cochambrosos sofás enfrente de sus casas, se pusieron de pie como si tuvieran un muelle en el culo y empezaron a correr de un lado a otro, dejándome allí, con la palabra en la boca, y más flipao que un japonés en un foto matón. Total, que la policía pilló a un par de ellos (la verdad es que eran un poco abuelos y no tuvieron muchas oportunidades) y empezaron a cachearlos contra el coche. Yo me quedé quieto, esperando que no se hubieran percatado de mi presencia, pero claro, un español entre esa cuadrilla, cantaba más que el alerón de Camacho, por lo que uno de los policías vino hacia mí para preguntarme qué leches hacía yo en ese barrio de mala muerte (al menos supuse que esas eran sus palabras...) Tras una identificación positiva (menos mal que llevaba el carnet... ahora que lo pienso ayer fue el día en que todo el mundo chequeaba mis documentos oficiales), el policía me indicó donde quedaba Alexandria y me mando con viento fresco fuera de ese barrio. Cuando me marchaba vi que metían a los dos abuelos en el coche patrulla, por lo que, cual mujer de Lot, decidí no volver la vista atrás.
Al final logré llegar a mi ansiada casa, más de una hora y media después de haber salido del pub, completamente reventado, pero contento, porque había hecho nuevos amigos entre los aborígenes.
domingo, 4 de diciembre de 2011
Melbourne, again
Antes de ponerme con la entrada, me gustaría decir algo a todos aquellos que expresan sus opiniones a través de los comentarios (lo cual agradezco infinitamente, porque sin ellos este blog sería bastante soso, y además me suelo reír mucho cuando los leo) El otro día leí un comentario de "anónimo" en el que decía a otro comentarista (no sé si esta es la palabra adecuada, pero bueno) que este es un blog para amigos y familiares, y solamente para ellos. Si bien es cierto que la idea original era mantener a todos los conocidos al tanto de mis aventurillas en Australia, también es verdad que, dado que se trata de un blog, está abierto a cualquiera que quiera pasarse por aquí y expresar su opinión, sea esta favorable o no. Lo que quiero decir es que, por mi parte, no voy a andar borrando comentarios porque los pueda considerar más o menos ofensivos (y os puedo asegurar que ninguno de los expresados hasta ahora lo han sido para mi, ni de lejos), y por lo tanto espero que la gente sea respetuosa con lo que los demás dicen, estén o no de acuerdo con ellos. Este es un blog de buen rollo, y no quisiera que hubiera enfrentamientos entre sus miembros por expresar diferentes puntos de vista. Como diría Clint Eastwood en "El Novato": <Las opiniones son como los culos, todo el mundo tiene uno> Dicho lo cual, espero que nadie se moleste por este breve comentario.
Bueno, dejando de lado el tema de los comentarios, me gustaría retomar cierta promesa que hice unos meses atrás, cuando comenté que colgaría alguna de las fotos de mi viaje a Melbourne cuando las consiguiera. Pues bien, al final he logrado que Bowen me pasara las fotos (casi un centenar de ellas, y solo me ha dado una pequeña parte de las que hizo) y, tal como dije, os dejo alguna de ellas para ilustrar aquella entrada escrita unos meses atrás.
Por cierto, Oscar de Calahorra ya está aquí conmigo (llegó el 1 de diciembre) y parece que nos vamos a animar a hacer surf, así que ya os contaré que tal nos ha ido cuando vuelva (son dos días en un "Surf Camp" al norte de Sydney) Sin querer emocionarme demasiado, todo indica que este que suscribe se va a convertir en el próximo Bodhi.
Paso a mostraos las fotos, que siempre tiendo a enrollarme más de la cuenta:
Bueno, dejando de lado el tema de los comentarios, me gustaría retomar cierta promesa que hice unos meses atrás, cuando comenté que colgaría alguna de las fotos de mi viaje a Melbourne cuando las consiguiera. Pues bien, al final he logrado que Bowen me pasara las fotos (casi un centenar de ellas, y solo me ha dado una pequeña parte de las que hizo) y, tal como dije, os dejo alguna de ellas para ilustrar aquella entrada escrita unos meses atrás.
Por cierto, Oscar de Calahorra ya está aquí conmigo (llegó el 1 de diciembre) y parece que nos vamos a animar a hacer surf, así que ya os contaré que tal nos ha ido cuando vuelva (son dos días en un "Surf Camp" al norte de Sydney) Sin querer emocionarme demasiado, todo indica que este que suscribe se va a convertir en el próximo Bodhi.
Paso a mostraos las fotos, que siempre tiendo a enrollarme más de la cuenta:
Nada más llegar, en la habitación del Hostel. "Fucking" Michael a la izquierda, Bowen a la derecha y yo mismo. |
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Vista nocturna de la estación central de Melbourne. |
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Consultando los carteles informativos. |
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Jurassic Park. |
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De cervezas por la ciudad. El asiático sentado a mi lado era un compañero de habitación... No acabó demasiado bien. |
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Nuestro pedazo de buga alquilado con el que nos aventuramos por las carreteras australianas. |
Dando lecciones de conducir a mis compañeros. |
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La típica foto chorra en la playa. |
"Fish and chips". Con diferencia el peor pescado que he probado en toda mi vida. |
Al fondo "Los Doce Apóstoles" de los que os hablé varias entradas atrás. |
Una vista de los "Doce Apóstoles" sin nuestros caretos jodiendo la foto. |
Michael al volante... Aquí hubo algún momento en el que temimos por nuestras vidas. Por cierto, nos pusieron una multa por exceso de velocidad, me llegó a mi dirección de casa... ¡en Calahorra! |
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Una superpaella después del viaje (me salió como el culo) |
El del sombrero es un neozelandés que se unió a la fiesta posterior... ¡menudo crack! |
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Un edifico raro de la ciudad. |
Más de lo mismo. |
Melbourne vista desde la orilla del río. |
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The cathedral by night. |
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Michael flipando con el kanguro. Y el pobre animal flipando a su vez con el alemán. |
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Intentando comunicarme con un koala. |
Amigüitos para siempre... |
martes, 29 de noviembre de 2011
Quien lo iba a decir
Siento haber tardado más de lo acostumbrado en escribir la entrada del blog, pero es que estos últimos días ando bastante liado con el tema de mi examen del First Certificate, y la verdad es que apenas me queda tiempo para otras cosas. Ya sé que muchos os tomáreis un poco a coña mis palabras, al fin y al cabo, los que fuisteis conmigo a clase sabéis que el estudio no era uno de mis fuertes. Pero esta vez me lo he intentado tomar lo más en serio posible, y aunque bien es cierto que no me mato a estudiar, también es verdad que me lo estoy currando mucho más de lo que yo mismo hubiera pensado en un principio.
La semana pasada tuvimos otro examen de prueba (ha sido el último, mañana tengo el Speaking real y el martes de la próxima semana el resto), y lo cierto es que las cosas me fueron mucho mejor de lo que imaginaba. No sé si os hablé del resultado del primer examen de prueba, que hice hace unas cuantas semanas, pero si no lo hice os recuerdo que saqué un 61% (se necesita un 60% para pasarlo, así que habría aprovado por los pelos, ¡y sin copiar!) Pues bien, en el último examen he sacado un 75%, todo un avance con respecto al anterior. Os puedo asegurar que yo fui el primero ne quedarme flipado, sobre todo con los resultados en Speaking (80%) y Reading (91%); en el primero logré el segundo mejor resultado de la clase, y con el segundo me quedé en primera posición. Todo esto es nuevo, y un poco raro para mi, acostumbrado a todo lo contrario en mis años golfos de la FP. Ahora tengo encima la presión de ser el segundo de la clase (la primera es una chica de Suiza que ha sacado un 82%, imposible alcanzarla), y lo peor de todo, es que, una vez visto el resultado, tengo posibilidades reales de aprobar el examen, lo que por un lado es bueno, pero por otro te crea cierta presión, ya que suspenderlo ahora sería un poco decepcionante. En cualquier caso, aunque no apruebe el examen, eso no quiere decir que los conocimientos necesarios para pasarlo no los tenga, lo que ocurre es que hay un cierto factor suerte que puede influir en el resultado final, y por el cual no estoy completamente convencido de que vaya a aprobarlo después de todo.
Por lo demás, las cosas siguen tranquilas por aquí. El Segundo Diluvio Universal parece constatarse como un hecho, ya que la semana pasada no dejó de llover desde el lunes por la tarde, y tuve que echar mano del paraguas (cuyo precio he rentabilizado con creces) y volver a sacar la cazadora del fondo del armario. Ese día de playa del que os hablé en la anterior entrada tan solo fue un espejismo, y aunque mientras escribo esto el sol brilla con fuerza, también es cierto que se vislumbran unas nubes grises en la lejanía que se acercan hacia la ciudad dispuestas a descargar unos cuantos miles de litros de agua más sobre nuestras cabezas. ¿Soy yo solo, o vosotros también pensabais que este era un país afectado por la sequía? Y que me decís del verano, ¿de verdad voy a poder disfrutar de algún día realmente veraniego antes de volver a casa? De momento el bañador sigue oculto en lo más recóndito de uno de los cajones del armario. Antes me tocará coger el paraguas una docena de veces que echar mano de él. Os juro que el otro día vi un grupo de setas que habían crecido en un parque público.
Pero tampoco quiero quejarme, dentro de una semana al fin me veré libre de la presión del examen, diciembre habrá llegado y mi viaje a Nueva Zelanda estará aún más cerca.
Esta semana es una semana de despedidas, porque hay mucha gente de mi academia que regresa a sus países después de varios meses en Sydney (unas 80 personas). Entre ellos está Michael, el "Fucking German", como lo llamamos por aquí. Hay que joderse, pero voy a echar de menos al chaval. Ver que todo esto se acaba para él me hace pensar que en un par de meses yo me voy a encontrar en su misma situación, y la verdad es que se me hace raro, pero bueno, intentaré disfrutar al máximo del tiempo que me queda.
La semana pasada tuvimos otro examen de prueba (ha sido el último, mañana tengo el Speaking real y el martes de la próxima semana el resto), y lo cierto es que las cosas me fueron mucho mejor de lo que imaginaba. No sé si os hablé del resultado del primer examen de prueba, que hice hace unas cuantas semanas, pero si no lo hice os recuerdo que saqué un 61% (se necesita un 60% para pasarlo, así que habría aprovado por los pelos, ¡y sin copiar!) Pues bien, en el último examen he sacado un 75%, todo un avance con respecto al anterior. Os puedo asegurar que yo fui el primero ne quedarme flipado, sobre todo con los resultados en Speaking (80%) y Reading (91%); en el primero logré el segundo mejor resultado de la clase, y con el segundo me quedé en primera posición. Todo esto es nuevo, y un poco raro para mi, acostumbrado a todo lo contrario en mis años golfos de la FP. Ahora tengo encima la presión de ser el segundo de la clase (la primera es una chica de Suiza que ha sacado un 82%, imposible alcanzarla), y lo peor de todo, es que, una vez visto el resultado, tengo posibilidades reales de aprobar el examen, lo que por un lado es bueno, pero por otro te crea cierta presión, ya que suspenderlo ahora sería un poco decepcionante. En cualquier caso, aunque no apruebe el examen, eso no quiere decir que los conocimientos necesarios para pasarlo no los tenga, lo que ocurre es que hay un cierto factor suerte que puede influir en el resultado final, y por el cual no estoy completamente convencido de que vaya a aprobarlo después de todo.
Por lo demás, las cosas siguen tranquilas por aquí. El Segundo Diluvio Universal parece constatarse como un hecho, ya que la semana pasada no dejó de llover desde el lunes por la tarde, y tuve que echar mano del paraguas (cuyo precio he rentabilizado con creces) y volver a sacar la cazadora del fondo del armario. Ese día de playa del que os hablé en la anterior entrada tan solo fue un espejismo, y aunque mientras escribo esto el sol brilla con fuerza, también es cierto que se vislumbran unas nubes grises en la lejanía que se acercan hacia la ciudad dispuestas a descargar unos cuantos miles de litros de agua más sobre nuestras cabezas. ¿Soy yo solo, o vosotros también pensabais que este era un país afectado por la sequía? Y que me decís del verano, ¿de verdad voy a poder disfrutar de algún día realmente veraniego antes de volver a casa? De momento el bañador sigue oculto en lo más recóndito de uno de los cajones del armario. Antes me tocará coger el paraguas una docena de veces que echar mano de él. Os juro que el otro día vi un grupo de setas que habían crecido en un parque público.
Pero tampoco quiero quejarme, dentro de una semana al fin me veré libre de la presión del examen, diciembre habrá llegado y mi viaje a Nueva Zelanda estará aún más cerca.
Esta semana es una semana de despedidas, porque hay mucha gente de mi academia que regresa a sus países después de varios meses en Sydney (unas 80 personas). Entre ellos está Michael, el "Fucking German", como lo llamamos por aquí. Hay que joderse, pero voy a echar de menos al chaval. Ver que todo esto se acaba para él me hace pensar que en un par de meses yo me voy a encontrar en su misma situación, y la verdad es que se me hace raro, pero bueno, intentaré disfrutar al máximo del tiempo que me queda.
viernes, 18 de noviembre de 2011
Un breve resumen de la semana
Dejando aparte polémicas suscitadas por el interés (o la indiferencia) de la anterior entrada, y algunos comentarios que serán premiados con la manopla de Papa Noel en la cara de más de uno estas Navidades, paso a relatar lo acontecido durante esta semana aquí en Sydney.
Como ya he comentado (o creo haberlo hecho, no me acuerdo) ahora ando un poco liado con todo el tema del futuro examen para intentar conseguir el First Certificate in English (que puede sonar muy pomposo, pero que al final no deja de ser tan solo un certificado para un nivel medio de inglés) La verdad es que paso mucho tiempo sentado en el escritorio de mi habitación (o en la mesa del jardín, cuando la omnipresente lluvia de este país me lo permite) haciendo eternos homework e intentando asimilar los conceptos gramaticales del idioma, que son, cuanto menos, un tanto subjetivos (no hay ninguna regla inamovible, y todo esta sujeto a excepciones y variables que, en mi humilde opinión, creo que se fueron inventando por el camino) El caso es que ya va quedando menos para la fecha del test (el próximo 6 de diciembre), y tengo unas ganas locas de acabar con este infiernillo y volver a las relajadas clases de General English. No tengo muchas esperanzas de pasar el examen, la verdad, aunque en el test de prueba que hicimos hace unas semanas saqué un 61% (se necesita un 60% para conseguir el título), lo cual no quiere decir mucho, porque hay un alto factor de suerte que influye demasiado en el resultado final.
Pero no quiero aburriros con todo este rollo de los estudios; prometo limitarme a deciros que tal me fue el examen (una vez lo haya hecho) y el resultado del mismo cuando me lo den (que será para mediados de enero del próximo año, más o menos)
A lo que iba. Esta entrada, a falta e noticias más relevantes que contar, es para relatar un poco las cosas que he hecho esta semana, que sin que sean demasiado interesantes, al menos os servirán para haceos una idea de como transcurre mi día a día en la ciudad.
Empecé la semanita con mi primera multa australiana. Había llegado a mi casa de Calahorra una carta desde Melbourne en la que me remitían un "regalito" por exceso de velocidad (110km/h sobre los 100km/h permitidos) de aquellos días que pasé con el alemán y el taiwanés en la susodicha ciudad. Pues por esos 10 kilómetros de más nos clavaron $153, que ya es pasarse un poco, ¿no? En fin, viendo el lado positivo, al menos te hace sentirte como uno más en este país, ¿no os parece?
El martes tuve por fin mi primer contacto con la playa. El lunes salió un día anormalmente caluroso, con cerca de 30º a las 9 de la noche (solo deciros que se me ocurrió ir a correr y hubo un momento, hacia el final, en el que me resultaba difícil hasta respirar) Total, que el martes, como la ola de calor seguía avasallando la ciudad, la gente de clase decidimos hacer una barbacoa en Bondi Beach, una de las playas más famosas y concurridas de Sydney. Fue algo totalmente improvisado, por lo que no pude meterme en el agua al no llevar toalla ni bañador conmigo, pero pasamos unas buenas horas disfrutando del sol (que aquí pega fuerte de narices) y de la brisita marina. Hay algo muy bueno que tiene esta gente en sus playas, y es que en casi todas hay una zona ajardinada con barbacoas comunes en las que solo tienes que insertar una moneda para utilizarlas. Dada la fiebre que sienten los australianos por hacer barbacoas al aire libre (el paraíso de Georgie Dann, vaya) es una gran idea que estas esten disponibles para todo el mundo, aunque dependiendo de la gente que haya, puede que te toque esperar un buen rato para tener acceso a una de ellas.
Pero no nos engañemos con el clima en este país. Parecía que al fin el verano había llegado para quedarse... ¡Pues no! El miércoles amaneció con una lluvia torrencial que nos ha estado haciendo compañía (la jodida de ella) hasta ayer por la noche, viernes (estoy escribiendo esto el sábado por la mañana, y hoy el día se presume de nuevo caluroso) Con la lluvia cayendo plomiza sobre sobre nosotros, no me quedaba otra que volcarme en los puñeteros homework, encerrado en la casa (creedme que aquí cuando llueve lo hace a conciencia, sin medias tintas, y empieza tan de repente que pasas de estar sudando por el sol a llegar a casa chorreando como si te hubieras zambullido en una piscina)
Pero el miércoles tenía planes para la tarde-noche, y es que había un concierto organizado por el Instituto Cervantes al que me había comprometido a ir (¿os acordáis de la asiática con la que conversaba en inglés y español?) El concierto era de flamenco (dejo este espacio para las puyas, ya que por todos es sabido mi total desinterés por este tipo de música), y la verdad es que, sin resultar algo espectacular, al final me acabó gustando (esto lo digo con ciertas reservas, que quede claro) Esta claro que escuchar música en directo, sea esta de un tipo u otro, no tiene nada que ver con escucharla en un CD o MP3. Además, siempre es agradable el sonido de una guitarra española bien tocada, y en cuanto al cantante, aunque mis gustos musicales no van mucho en esa onda, hay que concederle que ponía auténtica pasión en las canciones, y que supo transmitirla a todos los presentes. Total, que al final la cosa no fue tan mala como había pensado, y hasta acabe disfrutando del concierto. Esta claro que no puedes opinar de algo hasta que no lo has probado (exceptuando algunas cosas que no me pondré a relatar aquí y ahora, je, je)
El jueves, con el cielo triste y gris, y la lluvia imperturbable empapando sin descanso la ciudad, tenía un curso especial para sacarme el RSA (Responsible service of alcohol), un título que necesita todo el mundo que quiera trabajar en un lugar donde sirvan bebidas alcohólicas. Como quiera que sigo buscando un currillo para sacar algo de pasta y la opción obvia es ser camarero, pues como que necesito ese título (es algo así como el carnet de manipulador de alimentos si trabajas en una cocina) Aquí las leyes contra el alcohol son bastante estrictas, y el curso (que fue en coñazo de cuidado) sirvió para que comprendiese algunas cosas que cuando sales de marcha por aquí resultan bastante extrañas para un español (como que no te sirvan chupitos después de medianoche... algo que al principio me hacía pensar que los camareros nos tomaban por Gremlins o algo parecido) Más de seis horitas pasé metido en una sala escuchando todo lo que teníamos que saber sobre el alcohol si queríamos trabajar rodeados de tan vil sustancia producida por el maligno. Si ya de por si suena como un curso infumable, probad a hacerlo en inglés; de verdad, prefiero alguna tortura inquisitorial. Pero bueno, al final logré el título, y espero que me sirva para encontrar algo mejor que ser lavaplatos en la bodega de un barco.
Y llegó el viernes, último día de clase y preludio del finde. La lluvia seguía presente, aunque un poco más debilitada. Por la tarde había quedado con Bowen, el taiwanés, para tomar unas cervezas en Darling Harbour (uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad, con permiso de la Opera House y el Haubour Bridge) donde tenemos localizado un garito (llamado Watershep) en el que los viernes hay hora feliz para las pintas ($4 por pinta entre las 5 y las 7 de la tarde; un muy buen precio, dado que después te sale por $10 cada una) Hacía varios días que no veía a Bowen (desde la noche de la limusina) y me alegré de volver a verlo. Lo sorprendente de todo esto es que pude hablar con él en inglés sin demasiados problemas durante las dos horas que estuvimos juntos (y solos), lo que me hace pensar que al final estoy pillando algo este jodido idioma. Tampoco os vayáis a pensar que hablaba sin meter la gamba, que la metí (y mucho), pero logré mantener una conversación más o menos normal (lo mismo que cuando te vas a tomar algo con un amigo en España) y eso me dejó contento, que queréis que os diga.
Ahora es sábado por la mañana. Me he levantado a las 8 para ponerme a hacer los malditos homework (20 fotocopias llenas de ejercicios, dos lecturas y un writing, que me llevará buena parte de esta tarde y de mañana) y, harto de tanto inglés, he decidido apartar un poco tanto rollo para escribir esta entrada. Espero que os haya resultado entretenida, a mi al menos me ha servido para olvidarme por un rato de los estudios.
Pero ya es hora de que vuelva a los homework, esta noche hay planes de fiesta con el francés y el alemán (y el español, claro), y mañana voy a tener tal hangover que va a ser un completo write off day. Miedo me da lo de esta noche, porque a Pierre (el francés, aunque con ese nombre, ¿quién iba a ser sino?) le ha debido dar un golpe de calor y hace un par de días fue al peluquero para cambiarse el look, y acabó con una cresta a lo M.A. Barracus que me da a mi que no nos van a dejar entrar en la mitad de los garitos. Ya os contaré...
P.D. ¡He votado por correo! No podía dejar pasar la oportunidad de ejercer el voto estando tan lejos de la patria, y después de acudir a la embajada para solicitar los papeles, el otro día me llegó desde Calahorra la carta certificada con todo lo necesario para votar. Lo malo es que tuve que mandar el sobre de vuelta a España y la broma me salió por $13. Bien es cierto que ponía que me iban a devolver los gastos de envío, aunque dentro de los varemos que se manejan en España, así que me quedaré contento si logro recuperar $3 ó $4. Por cierto, mi voto a ido a parar al
Como ya he comentado (o creo haberlo hecho, no me acuerdo) ahora ando un poco liado con todo el tema del futuro examen para intentar conseguir el First Certificate in English (que puede sonar muy pomposo, pero que al final no deja de ser tan solo un certificado para un nivel medio de inglés) La verdad es que paso mucho tiempo sentado en el escritorio de mi habitación (o en la mesa del jardín, cuando la omnipresente lluvia de este país me lo permite) haciendo eternos homework e intentando asimilar los conceptos gramaticales del idioma, que son, cuanto menos, un tanto subjetivos (no hay ninguna regla inamovible, y todo esta sujeto a excepciones y variables que, en mi humilde opinión, creo que se fueron inventando por el camino) El caso es que ya va quedando menos para la fecha del test (el próximo 6 de diciembre), y tengo unas ganas locas de acabar con este infiernillo y volver a las relajadas clases de General English. No tengo muchas esperanzas de pasar el examen, la verdad, aunque en el test de prueba que hicimos hace unas semanas saqué un 61% (se necesita un 60% para conseguir el título), lo cual no quiere decir mucho, porque hay un alto factor de suerte que influye demasiado en el resultado final.
Pero no quiero aburriros con todo este rollo de los estudios; prometo limitarme a deciros que tal me fue el examen (una vez lo haya hecho) y el resultado del mismo cuando me lo den (que será para mediados de enero del próximo año, más o menos)
A lo que iba. Esta entrada, a falta e noticias más relevantes que contar, es para relatar un poco las cosas que he hecho esta semana, que sin que sean demasiado interesantes, al menos os servirán para haceos una idea de como transcurre mi día a día en la ciudad.
Empecé la semanita con mi primera multa australiana. Había llegado a mi casa de Calahorra una carta desde Melbourne en la que me remitían un "regalito" por exceso de velocidad (110km/h sobre los 100km/h permitidos) de aquellos días que pasé con el alemán y el taiwanés en la susodicha ciudad. Pues por esos 10 kilómetros de más nos clavaron $153, que ya es pasarse un poco, ¿no? En fin, viendo el lado positivo, al menos te hace sentirte como uno más en este país, ¿no os parece?
El martes tuve por fin mi primer contacto con la playa. El lunes salió un día anormalmente caluroso, con cerca de 30º a las 9 de la noche (solo deciros que se me ocurrió ir a correr y hubo un momento, hacia el final, en el que me resultaba difícil hasta respirar) Total, que el martes, como la ola de calor seguía avasallando la ciudad, la gente de clase decidimos hacer una barbacoa en Bondi Beach, una de las playas más famosas y concurridas de Sydney. Fue algo totalmente improvisado, por lo que no pude meterme en el agua al no llevar toalla ni bañador conmigo, pero pasamos unas buenas horas disfrutando del sol (que aquí pega fuerte de narices) y de la brisita marina. Hay algo muy bueno que tiene esta gente en sus playas, y es que en casi todas hay una zona ajardinada con barbacoas comunes en las que solo tienes que insertar una moneda para utilizarlas. Dada la fiebre que sienten los australianos por hacer barbacoas al aire libre (el paraíso de Georgie Dann, vaya) es una gran idea que estas esten disponibles para todo el mundo, aunque dependiendo de la gente que haya, puede que te toque esperar un buen rato para tener acceso a una de ellas.
Un día de playa en Bondi Beach
Pero no nos engañemos con el clima en este país. Parecía que al fin el verano había llegado para quedarse... ¡Pues no! El miércoles amaneció con una lluvia torrencial que nos ha estado haciendo compañía (la jodida de ella) hasta ayer por la noche, viernes (estoy escribiendo esto el sábado por la mañana, y hoy el día se presume de nuevo caluroso) Con la lluvia cayendo plomiza sobre sobre nosotros, no me quedaba otra que volcarme en los puñeteros homework, encerrado en la casa (creedme que aquí cuando llueve lo hace a conciencia, sin medias tintas, y empieza tan de repente que pasas de estar sudando por el sol a llegar a casa chorreando como si te hubieras zambullido en una piscina)
Pero el miércoles tenía planes para la tarde-noche, y es que había un concierto organizado por el Instituto Cervantes al que me había comprometido a ir (¿os acordáis de la asiática con la que conversaba en inglés y español?) El concierto era de flamenco (dejo este espacio para las puyas, ya que por todos es sabido mi total desinterés por este tipo de música), y la verdad es que, sin resultar algo espectacular, al final me acabó gustando (esto lo digo con ciertas reservas, que quede claro) Esta claro que escuchar música en directo, sea esta de un tipo u otro, no tiene nada que ver con escucharla en un CD o MP3. Además, siempre es agradable el sonido de una guitarra española bien tocada, y en cuanto al cantante, aunque mis gustos musicales no van mucho en esa onda, hay que concederle que ponía auténtica pasión en las canciones, y que supo transmitirla a todos los presentes. Total, que al final la cosa no fue tan mala como había pensado, y hasta acabe disfrutando del concierto. Esta claro que no puedes opinar de algo hasta que no lo has probado (exceptuando algunas cosas que no me pondré a relatar aquí y ahora, je, je)
El jueves, con el cielo triste y gris, y la lluvia imperturbable empapando sin descanso la ciudad, tenía un curso especial para sacarme el RSA (Responsible service of alcohol), un título que necesita todo el mundo que quiera trabajar en un lugar donde sirvan bebidas alcohólicas. Como quiera que sigo buscando un currillo para sacar algo de pasta y la opción obvia es ser camarero, pues como que necesito ese título (es algo así como el carnet de manipulador de alimentos si trabajas en una cocina) Aquí las leyes contra el alcohol son bastante estrictas, y el curso (que fue en coñazo de cuidado) sirvió para que comprendiese algunas cosas que cuando sales de marcha por aquí resultan bastante extrañas para un español (como que no te sirvan chupitos después de medianoche... algo que al principio me hacía pensar que los camareros nos tomaban por Gremlins o algo parecido) Más de seis horitas pasé metido en una sala escuchando todo lo que teníamos que saber sobre el alcohol si queríamos trabajar rodeados de tan vil sustancia producida por el maligno. Si ya de por si suena como un curso infumable, probad a hacerlo en inglés; de verdad, prefiero alguna tortura inquisitorial. Pero bueno, al final logré el título, y espero que me sirva para encontrar algo mejor que ser lavaplatos en la bodega de un barco.
Y llegó el viernes, último día de clase y preludio del finde. La lluvia seguía presente, aunque un poco más debilitada. Por la tarde había quedado con Bowen, el taiwanés, para tomar unas cervezas en Darling Harbour (uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad, con permiso de la Opera House y el Haubour Bridge) donde tenemos localizado un garito (llamado Watershep) en el que los viernes hay hora feliz para las pintas ($4 por pinta entre las 5 y las 7 de la tarde; un muy buen precio, dado que después te sale por $10 cada una) Hacía varios días que no veía a Bowen (desde la noche de la limusina) y me alegré de volver a verlo. Lo sorprendente de todo esto es que pude hablar con él en inglés sin demasiados problemas durante las dos horas que estuvimos juntos (y solos), lo que me hace pensar que al final estoy pillando algo este jodido idioma. Tampoco os vayáis a pensar que hablaba sin meter la gamba, que la metí (y mucho), pero logré mantener una conversación más o menos normal (lo mismo que cuando te vas a tomar algo con un amigo en España) y eso me dejó contento, que queréis que os diga.
Darling Harbour al anochecer
Ahora es sábado por la mañana. Me he levantado a las 8 para ponerme a hacer los malditos homework (20 fotocopias llenas de ejercicios, dos lecturas y un writing, que me llevará buena parte de esta tarde y de mañana) y, harto de tanto inglés, he decidido apartar un poco tanto rollo para escribir esta entrada. Espero que os haya resultado entretenida, a mi al menos me ha servido para olvidarme por un rato de los estudios.
Pero ya es hora de que vuelva a los homework, esta noche hay planes de fiesta con el francés y el alemán (y el español, claro), y mañana voy a tener tal hangover que va a ser un completo write off day. Miedo me da lo de esta noche, porque a Pierre (el francés, aunque con ese nombre, ¿quién iba a ser sino?) le ha debido dar un golpe de calor y hace un par de días fue al peluquero para cambiarse el look, y acabó con una cresta a lo M.A. Barracus que me da a mi que no nos van a dejar entrar en la mitad de los garitos. Ya os contaré...
P.D. ¡He votado por correo! No podía dejar pasar la oportunidad de ejercer el voto estando tan lejos de la patria, y después de acudir a la embajada para solicitar los papeles, el otro día me llegó desde Calahorra la carta certificada con todo lo necesario para votar. Lo malo es que tuve que mandar el sobre de vuelta a España y la broma me salió por $13. Bien es cierto que ponía que me iban a devolver los gastos de envío, aunque dentro de los varemos que se manejan en España, así que me quedaré contento si logro recuperar $3 ó $4. Por cierto, mi voto a ido a parar al
sábado, 12 de noviembre de 2011
Visita al museo
La verdad es que ultimamente ando fato de cosas interesantes que escribir en el blog. Será por que nos están metiendo bastante caña en la academia de cara al próximo examen y apenas tengo tiempo para hacer otra cosa que no sea estudiar (en serio, la profesora se ha vuelto loca y no hace más que mandarnos homework como si le fuera la vida en ello; sin ir más lejos este finde tengo cerca de 30 fotocopias llenas de ejercicios para hacer... menos mal que solo quedan 3 semanas para el examen)
El caso es que lo que vimos en el interior fue algo, cuando menos inesperado. Si me hablan de arte chino lo primero que me viene a la mente son los jarrones (no me digáis que no ha sido la primera imagen que habéis tenido) y, si me apuras, los cuadros cutres que se pueden disfrutar en todos los restaurantes chinos, solo equiparables a algunos "recuerdos" clásicos españoles, como la bailarina de flamenco que alguna de nuestras abuelas tenía puesta sobre el televisor. Si no has visto ninguna es que no te has criado en los 80...
Y así pasó mi jueves, en cualquier caso algo diferente e interesante, y menos mal que había una guía que nos iba explicando (con verdadera pasión) lo que significaba cada obra, que si no me quedo como estaba al entrar, je, je.
Así que el pasado jueves, seguramente viendo la cara de desesperación que se nos esta quedando, la profesora decidió hacer algo diferente (para liberar tensiones y esas cosas) y nos llevó a todos de excursión a un museo de arte chino contemporaneo. Ya se lo que estaréis pensando algunos, que eso más parece un castigo que otra cosa... La verdad es que algunos de mis compañeros pensaban lo mismo, je, je.
Total, que el jueves nos libramos de las clases y nos fuimos de visita cultural. El museo es un pequeño edificio un poco escondido que, para mi sorpresa, se encuentra bastante cerca de donde vivo (y con ello quiero decir que puedes ir andando en una media hora a buen ritmo) Se llama "White Rabbit Gallery", y la verdad es que es bastante diferente a lo que pudieras esperar cuando vas a ver arte chino (aunque siendo realistas, ¿Qué te puedes esperar cuando vas a ver arte chino? ¿Alguien se lo ha planteado siquiera alguna vez?)
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El edificio del museo |
Poco os puedo contar respecto al arte, pues suele ser un tema muy subjetivo, y bastante peliagudo cuando se trata de arte moderno, así que os voy a dejar algunas fotografías de lo que vi para que juzguéis por vosotros mismos...
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Acojonaba un poco caminar entre estas estatuas de tamaño humano... |
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Este cuadro de 8x2 metros impresiona más en vivo |
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Curioso fotomontaje |
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¿A qué huelen las nubes? |
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La joya de la corona, abierto a cualquier interpretación... |
Y así pasó mi jueves, en cualquier caso algo diferente e interesante, y menos mal que había una guía que nos iba explicando (con verdadera pasión) lo que significaba cada obra, que si no me quedo como estaba al entrar, je, je.
Si alguien tiene curiosidad, le dejo el link de la galería:
http://www.whiterabbitcollection.org/
viernes, 4 de noviembre de 2011
La noche en que me monté en una limusina
He estado esperando casi tres semanas para poder escribir esta entrada, pero necesitaba las fotos y hasta ayer no las pude conseguir. Por fin las tengo en mi poder, así que vamos allá...
El título de la entrada no deja lugar a especulaciones. Así es, me he montado en una limusina. Fue hace tres fines de semana, teníamos la celebración del cumpleaños de Michael, el alemán al que ya he mencionado alguna vez. Como quiera que el muchacho es un flipao de la vida y cumplía 21 años (la edad legal en la que ya te puedes considerar adulto en Australia), nos estuvo diciendo toda la semana antes del cumple que nos tenía una sorpresa reservada, pero que no nos podía decir nada (como comprenderéis yo me puse a temblar, porque con lo gafe que está resultando este alemán podía esperarme cualquier desgracia) Lo único que nos pidió a todos es que nos arregláramos lo mejor que pudiésemos (¿ya he mencionado que es un flipao?)
Total, que llegó el sábado de la fiesta. Teníamos reservada cena en un restaurante italiano un tanto alejado (por decirlo suavemente, porque después de los dos buses que tuvimos que tomar para llegar, lo mismo podríamos haber hecho la cena en La Toscana) Una nota interesante (o al menos chocante) con respecto a algunos restaurantes en Australia: Puedes llevar tu propia bebida, no es necesario que la pidas allí. Así que claro, Michael se presentó con dos bolsas repletas de botellas y, como buen alemán, un barril de cerveza de los de Heineken.
La cena bien; unas pizzas, unas risas y demasiado alcohol. Luego llegó el momento de la anunciada sorpresa, Michael se puso de pie, se colocó las gafas de sol (flipao) y nos comunicó lo que venía a continuación... Y debo decir que aquí controló los tiempos como solo los alemanes (con permiso de los suizos) saben hacerlo, porque justo nos dijo que miráramos fuera y a través de las ventanas pudimos ver como se aproximaba una enorme limusina color rosa en la que íbamos a pasar la siguiente hora dando vueltas por la ciudad.
Qué queréis que os diga, fue una pedazo de sorpresa, la verdad. Salimos emocionados hacia el cochazo (debéis recordar que a esas alturas ya nos habíamos bebido unas cuantas botellas de las bolsas) y nos metimos dentro después de que la gente se dejara los dedos apretando los disparadores de sus cámaras.
No os voy a contar como era la limusina que para eso están las fotos, pero el viaje por la ciudad estuvo bien, nos lo pasamos genial en esa hora. La verdad que montarte en un monstruo de esos por primera vez es toda una experiencia, y luego está cuando te bajas en la parte más concurrida de la zona de marcha y todo el mundo se te queda mirando. Si eso no es fardar ya me contaréis qué es...
Por cierto, la broma le costó al alemán $500. Como esperen que haga lo mismo para mi cumple van finos, como mucho voy a buscarlos en una vespa...
Os dejo alguna de las fotos. Recomiendo verlas escuchando la música del enlace (os traerá recuerdos a los que hayáis visto Resacón en Las Vegas):
El enlace:
http://tu.tv/videos/florida-right-round-official-video-cl
Y las fotos:
El título de la entrada no deja lugar a especulaciones. Así es, me he montado en una limusina. Fue hace tres fines de semana, teníamos la celebración del cumpleaños de Michael, el alemán al que ya he mencionado alguna vez. Como quiera que el muchacho es un flipao de la vida y cumplía 21 años (la edad legal en la que ya te puedes considerar adulto en Australia), nos estuvo diciendo toda la semana antes del cumple que nos tenía una sorpresa reservada, pero que no nos podía decir nada (como comprenderéis yo me puse a temblar, porque con lo gafe que está resultando este alemán podía esperarme cualquier desgracia) Lo único que nos pidió a todos es que nos arregláramos lo mejor que pudiésemos (¿ya he mencionado que es un flipao?)
Total, que llegó el sábado de la fiesta. Teníamos reservada cena en un restaurante italiano un tanto alejado (por decirlo suavemente, porque después de los dos buses que tuvimos que tomar para llegar, lo mismo podríamos haber hecho la cena en La Toscana) Una nota interesante (o al menos chocante) con respecto a algunos restaurantes en Australia: Puedes llevar tu propia bebida, no es necesario que la pidas allí. Así que claro, Michael se presentó con dos bolsas repletas de botellas y, como buen alemán, un barril de cerveza de los de Heineken.
La cena bien; unas pizzas, unas risas y demasiado alcohol. Luego llegó el momento de la anunciada sorpresa, Michael se puso de pie, se colocó las gafas de sol (flipao) y nos comunicó lo que venía a continuación... Y debo decir que aquí controló los tiempos como solo los alemanes (con permiso de los suizos) saben hacerlo, porque justo nos dijo que miráramos fuera y a través de las ventanas pudimos ver como se aproximaba una enorme limusina color rosa en la que íbamos a pasar la siguiente hora dando vueltas por la ciudad.
Qué queréis que os diga, fue una pedazo de sorpresa, la verdad. Salimos emocionados hacia el cochazo (debéis recordar que a esas alturas ya nos habíamos bebido unas cuantas botellas de las bolsas) y nos metimos dentro después de que la gente se dejara los dedos apretando los disparadores de sus cámaras.
No os voy a contar como era la limusina que para eso están las fotos, pero el viaje por la ciudad estuvo bien, nos lo pasamos genial en esa hora. La verdad que montarte en un monstruo de esos por primera vez es toda una experiencia, y luego está cuando te bajas en la parte más concurrida de la zona de marcha y todo el mundo se te queda mirando. Si eso no es fardar ya me contaréis qué es...
Por cierto, la broma le costó al alemán $500. Como esperen que haga lo mismo para mi cumple van finos, como mucho voy a buscarlos en una vespa...
Os dejo alguna de las fotos. Recomiendo verlas escuchando la música del enlace (os traerá recuerdos a los que hayáis visto Resacón en Las Vegas):
El enlace:
http://tu.tv/videos/florida-right-round-official-video-cl
Y las fotos:
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La limusina vista de frente (describo lo obvio) |
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La verdad es que era enorme |
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El flipao del alemán y "sus novias" |
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Como podéis observar Michael estaba en su salsa |
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El interior parecía una discoteca |
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Las ventanas abiertas y gritando al exterior (que se supiera que estábamos dentro) |
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Degustando un extraño brebaje |
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No es lo que perece, seguimos dentro de la limusina... |
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¿Ya os había mencionado lo de las gafas de sol? |
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Una hora sin dejar de brindar |
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El viaje se acaba, y se nota que hemos estado una hora dentro... |
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Bowen (con quién fui a Melbourne) y yo |
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Foto de grupo. Las japonesas aparecieron después de la limusina |
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A la derecha está Pierre, el francés con el que salgo habitualmente. Los dos figuras que están a su lado no tengo la menor idea de dónde salieron... |
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